lunes, 18 de mayo de 2009

DON JUAN. DIARIO DE UN NÁUFRAGO. 51

Barco de vuelta…

Bueno, de nuevo en el barco, de vuelta a casa. Ahora me arrepiento de no haberme gastado unos cuantos euros más y haber dispuesto de un camarote individual, en vez de uno compartido…
Uno no sabe qué se puede encontrar en un camarote compartido de un ferry de Transmediterránea.
Son para cuatro personas (dos literas), aunque el espacio vital sea en realidad para dos… y que se quieran mucho.
En el trayecto de ida se podría decir que gocé de la fortuna de tener unos compañeros de viaje discretos… Pero supongo que mi suerte se ha acabado en este aspecto…
Al llegar hoy a mi camarote 97, me he encontrado con una especie de orangután espatarrado en una de las camas inferiores, con cara de “ahí está mi víctima”, un psicokiller de 110 Kg de peso aprox. Con pinta de no haber coincidido con un grifo abierto en una par de meses, comiéndose un bocadillo a grandes dentelladas y escuchando la radio con un auricular… Al entrar lo he saludado discretamente con la esperanza de que no fuera real, sino un simple holograma macabro regalo de bienvenida de transmediterránea. Pero no… Era real. Después de tragar el kilo y medio de bocado que tenía en su bocaza, me ha dicho algo que apenas he podido entender… “quién está haciendo tanto ruido hay fuera…?” me ha preguntado. Dios...“No hay nadie”, le he contestado, mientras soltaba mi mochila y me despedía por un rato, fingiendo tener algo urgente que hacer.
Me he dado un tiempo para pasearme y esperar que el otro o otros compañeros de ratonera compartieran algún gen más conmigo.

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