Ensayo cuadragésimo primero.
Ayer hicimos la última previa en el teatre de l’Aurora. Vinieron unas cuarenta personas, todos por expresa invitación mía.
Fue un reencuentro con la actuación de verdad. Sentir el público observándome sin perderse detalle. Notar sus miradas excrutadoras… un placer. Afortunadamente y pese a los eternos problemas con la microfonía, el espectáculo cogió vuelo y empezó a rodar sin titubeos. Quizás el ritmo a ratos fue errante, pero para nada quería que, por aumentar el ritmo en alguna escena, se perdieran detalles o sacrificara momentos. Además me permití crecer y soltarme. Buscar nuevos giros interpretativos, nuevos guiños y respiraciones.
El espectáculo acabo funcionando muy bien y la gente salió encantada. Fue bonito el reencuentro con tantos colegas y ver sus rostros radiantes. Un verdadero placer.
Los cambios entre escenas siguen mejorando, de a poco, pero mejorando.
Y la escena final, a pesar de todo, también evoluciona. Creo que encontrará el tono correcto pronto.
El camino, intuyo, es dejar brotar esas frases maravillosas y hacerlas sonar con toda la importancia que se merecen. Sin prisas… Dejar paso al mensaje escrito y reducir más la interpretación visual.
Conseguir que un títere exprese con el pequeño gesto y la palabra enorme.
Bueno, la cosa sigue creciendo.
Ya tenemos espectáculo.
Ahora descansa guardadito en sus flightcases. El desmontaje me lo he tomado con mucha calma. Quería disfrutar de esos momentos y encontrarle a cada pieza su lugar en las cajas.
PESA UNA TONELADA!!!
Creo que a Portugal y Brasil voy a viajar sin la mayor parte de la escenografía.
Vamos a tener que ser mucho más minimalistas, y conformarnos con los telones, los muñecos y muy poco más… Si no, no habrá compañía aérea que nos quiera llevar…
El martes nos vamos a Segovia!!!
Ahora voy a descansar todo lo que pueda… Estoy muerto!!!
Hasta la semana que viene en Titirimundi!!!!!
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