Segunda función Abadía
Ha sido un gusto librarse de la tiranía del micro. Lo habíamos ecualizado y todo, pero cuando ha venido el técnico a instalármelo en la cabeza he decidido no ponérmelo.
Ha sido ua prueba de fuego enfrentarme a lo intimista de una confesión teniendo que hacerme oir…
Pero, a pesar de que temía no llegar en algunos momentos difíciles, como el de la pesadilla en que hay una música de fondo, finalmente todo ha salido bien y se me ha oído.
Ha venido más gente a la función, a pesar del partido de fútbol. Lo cual me deja la duda de si hubiéramos sido programados en fin de semana cuánta gente hubiera venido…
Tengo la sensación de que habríamos acabado llenando.
Hay cosas que en esta profesión acaban olvidándose, a fuerza de no contar con las mínimas condiciones.
Ejemplo: la ducha después de la función.
En tantos años de profesión, 17!!!, sólo en contadas ocasiones me he encontrado con teatros o salas donde despues de acabar tengas la oportunidad de darte una ducha. Y es lo mínimo que se puede pedir. En la Abadía he recuperado esa sensación tan gratificante de meterte debajo del agua caliente y sentir cómo Jacobo va escurriéndose por el desagüe y como reaparezco yo. Todo un verdadero y, aunque sea difícil de creer, raro placer.
Después ha habido que desmontar. Yo que adoro los desmontajes metódicos, cada cosita en su momento y su lugar, un acto íntimo entre Xavi (el técnico) y yo en que sin prisas vamos acomodando cada cuerda, cada saco en su rincón, tuve que ver cómo la eficacia y el buen quehacer de los técnicos (había 10!!) amontonaban las cosas sin que yo diera abasto para colocarlas… qué stress!
A todos ellos mi agradecimiento por el trato tan maravilloso que nos han dispensado!
A todos ellos… buenas vacaciones!!
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