domingo, 28 de febrero de 2010

DON JUAN. DIARIO DE UN NÁUFRAGO. 85

Trigésimo séptima actuación.

¡Cómo ha cambiado l'Ateneu de Sant Celoni desde la última vez que actué allí... hará unos 14 años!
Lo cierto es que, a pesar de que el edificio sigue siendo el mismo, han convertido el escenario en un lugar fantástico y muy cómodo para actuar. Práctico, ágil y de un tamaño perfecto para albergar todo tipo de obras. Y Jordi, el responsable técnico, se desvive por hacer las cosas fáciles. Así da gusto. Una vez más me quito el sombrero y felicito a los responsables de este cambio porque han conseguido crear un espacio de primer nivel.
No obstante, y como nunca debemos quedarnos parados en nuestro camino hacia un universo teatral mejor, animo a los actuales responsables de la programación de l'Ateneu a que no se conformen con tener un espacio y programarlo: ahora tienen que conseguir un público fiel y entusiasta. Ayer éramos muy poquitos en el teatro, y reconozco que los que estaban sí eran entusiastas, pero no hace ningún bien a nuestra profesión estas salas vacías, como no hacen bien algunas políticas de subvención, aunque esto ya es otro tema.
No vi ningún cartel en todo el pueblo que anunciara la función y eso, para un espectáculo no mediático... es exigir demasiado. Hay que invitar a la gente, no basta con incluir la programación en las agendas trimestrales que se envían a las casas de los vecinos, hay que hacerles entrar por los ojos lo que se va a hacer, no sólo para conseguir que vayan a la función, sino para dejar ver al pueblo que el espacio está vivo y dinámico, para animar a que se cree un público asiduo y fiel, más allá de lo que se programe, sea un vaudeville comercial o un espectáculo de danza contemporánea: todo es digno de ser visto y todo nos reportará un placer que sólo los espectáculos en vivo nos pueden dar. Es un trabajo lento, pero con el tiempo reporta resultados en número de espectadores y en vida para el teatro. Recuerdo mis años en Francia, donde cualquier pueblito de mil habitantes tenía un teatro vivo con una programación variada y un público que llenaba la sala cada fin de semana actuara quien actuara...
Hay que trabajar en ese sentido desde todos los frentes, y las compañías tenemos nuestra parte de responsabilidad, intentando superarnos siempre en nuestros trabajos para que el público se vaya con un buen sabor de boca a casa y con ganas de repetir.

En todo caso, ayer fue una de aquellas funciones en que no importa si la sala está llena o sólo hay una persona mirando, porque la atención, la escucha, eran tan intensas, que me llevaban en un torrente de energía escena tras escena. Muy bien me lo pasé ayer. Un verdadero gustazo y muchas caras amigas al final de la función.

Ah! y después de ver el video que grabamos en Ripollet, pude corregir algunos errores graves de manipulación. Así que estoy muy contento.

lunes, 22 de febrero de 2010

DON JUAN. DIARIO DE UN NÁUFRAGO. 84

Trigésimo sexta actuación.

Esta es la entrada que más me está costando escribir de las ochentaitantas que llevo... Sólo diré que la de ayer fue una actuación muy difícil. Se le faltó el respeto durante todo el día a esta profesión que tantas alegrías nos da y eso es muy doloroso. Por tanto, y para no dañarme más, opto por pasar página.

sábado, 20 de febrero de 2010

DON JUAN. DIARIO DE UN NÁUFRAGO. 83

Trigésimo quinta actuación.

No, no y no. No me gusta esta corriente que se ha impuesto rotundamente en la que si no tienes el DVD del espectáculo completo, los programadores no quieren saber nada de ti.
Ya sé que cuesta salir a ver espectáculos, desplazarse a festivales o a otros teatros para ver algo que te han recomendado o del que has visto unas fotos o un trailer. Pero señor@s programador@s: ese es su trabajo. También sé que en muchos casos ese trabajo está mal remunerado: pero es el que ustedes han elegido. Y nunca, por mucho que digan, nunca podrán adivinar la grandeza de un espectáculo a través de un video: NUNCA.
Le propuse a Alain, mi amigo y distribuidor en Francia, subtitular el DVD y enviárselo para que le ayudara en la venta. Su respuesta fue tajante: en Francia nadie te programa si no te ha visto: el video no sirve de nada. Pero claro, Francia es otro país, y allí todos los programadores viajan constantemente para ver decenas de espectáculos al año y así elaborar sus programaciones. Supongo que a ellos sí que los remuneran como debe de ser...
Esta manera de contratar según lo que ves a través de la fría pantalla de TFT o Plasma... No me gusta, porque hay espectáculos que no entran bien en ese formato de grabación en directo y necesitan, para transmitir algo parecido a lo que trasmite en directo, un movimiento de cámara y una libertad que una función no te permite. Y claro, ¿qué sucede? Pues sucede que los espectáculo con más medios, o los espectáculos que encajan más en ese formato se llevan el gato al agua. Me he resistido hasta ayer a grabarlo íntegro, pero empujado por algún distribuidor y muchos programadores, y con la idea de que la grabación me sirva para mi videocurrículum, ayer lo grabé en el teatro de Ripollet, con dos cámaras.
Como era de prever, la función no me dejó nada contento. Cometí errores de concentración, de colocación, de ritmo... Y ahora mi flamante DVD va a perpetuar esos errores de por vida.
No tengo ningunas ganas de verlo, y si me dejara llevar por mi deseo actual, lo enviaría directamente a aquellos que me lo han solicitado, sin ni siquiera repasarlo...
Odio tener que pudrir un espectáculo creado y nacido para el directo entre las 720 o 1024 líneas de un estúpido aparato electrónico. Lo odio, lo odio y lo odio. Si hay que grabarlo, pues de acuerdo: hagámoslo jugando con todas las reglas del formato en cuestión. Movamos la cámara, acerquémonos hasta planos cortísimos, busquemos miradas escondidas y repitamos planos tantas veces como queramos hasta encontrar el sentido, el ritmo, la fuerza y la poesía que queremos conseguir. Iluminemos y sonoricemos para el caso, y entonces sí. Entonces habremos jugado con todas las armas del lenguaje televisivo o cinematográfico.
Ayer me pasé el rato más pendiente de como quedaría la grabación que de la función en sí... Qué horror...
Además, los poquitos espectadores que acudieron (lluvia a saco una hora antes de la función) y los comentarios entre ellos durante algunos momentos de la obra (señor@s espectador@s, por favor, durante la función NO SE HABLA!) tampoco ayudaron a poner el ambiente a tope...
En este punto, es de agradecer y mucho a la Asociación de Espectadores del Teatre del Mercat Vell de Ripollet, su apuesta por una obra de teatro profesional NO MEDIÁTICA, aún a sabiendas del riesgo que ello conlleva. Todas las demás obras del cartel eran obras con actores televisivos, de esas que movilizan al público (sobretodo a la gente mayor) sólo para ver a Silvia Munt, el mag Lari o la corte de actores fijos de las teleseries de TV3 de turno. Y por ello, agradezco sinceramente a Eulàlia y Co. su apuesta por una compañía fuera de esos parámetros, con mucho amor por su trabajo, muchas horas de montaje... pero poca capacidad de convocatoria mediática... El esfuerzo que hacéis, aún a riesgo de encontraros con una sala casi vacía, es básico para nuestro mundo; para esa cantidad de compañías profesionales que vivimos modestamente de nuestro curro, y que no nos engañemos, somos la mayoría de la profesión.
Estoy convencido que vuestro esfuerzo, al final, obtendrá recompensa y a medio plazo, la sala se llenará de espectadores sea quien sea quien actúe, confiando en el buen criterio de los programadores.

sábado, 13 de febrero de 2010

DON JUAN. DIARIO DE UN NÁUFRAGO. 82

Trigésimo cuarta actuación.

Lloret de Mar, además de ser conocido desafortunadamente por sus ordas de turistas británicos low cost que no respetan nada ni a nadie, debería ser conocido por su pequeñísimo teatro (no en vano se denomina Sala XXS). Y no tanto por el aforo, que siendo reducido no es lo más destacable, sino por su micro escenario. Nunca había presentado el espectáculo en tan reducidas dimensiones, y he descubierto que consigo moverme mejor cuando el espacio es pequeño que cuando los escenarios son enormes. Es como si se acentuara la sensación de angustia, de enclaustramiento y eso destaca más los cambios de localización ded las diferentes escenas, y la escena del huerto se vuelve más oxigenante. Además, la extraordinaria proximidad con el público facilita mucho el intercambio de energía y hace que hasta el último suspiro, respiración o la más mínima expresión llegue con nitidez a la audiencia. Todo se vuelve íntimo, fluido y mágico. El artificio que supone el esfuerzo de llegar a la audiencia en los grandes auditorios no existe, y es mucho más fácil mostrarse natural y orgánico. Es como si el teatro se aproximara al cine, ya que los planos son cortos y los volúmenes ligeros.
Un verdadero placer que Andrea y Cesc se encargaron de aumentar con su gran trabajo y predisposición como técnicos de la sala: gracias.
Ah, Xavi y yo descubrimos que las proyecciones ganan mucho cuando el proyector está más cerca, lo que hace que las imágenes sean más pequeñas y nítidas, y la escena de Doña Inés en manos de Don Juan sea mucho más potente.
Pues ahí andamos, puliendo cada día un poco más la obra...

DON JUAN. DIARIO DE UN NÁUFRAGO. 81

Trigésimo tercera actuación.

La Seu d'Urgell es un pueblo situado a las puertas de Andorra, en la vertiente sur de los pirineos. Es un pueblo a caballo entre el turismo adinerado del "pais de los Pirineos" y la comarca de la Cerdanya, conocida por sus segundas residencias de gente casi muy rica de Catalunya.
Y La Seu d'Urgell "NO TIENE UN TEATRO!!!!"
Se ve que los políticos de esa ilustre villa tienen cosas mucho más importantes que hacer que construir una sala, ni que fuera polivalente (ver entrada anterior) para que la gente pueda ver cómodamente obras de teatro.
La Seu d'Urgell tiene un cine. Un cine con solera, eso sí, que el ayuntamiento alquila para, en su modestísimo escenario y con el esfuerzo de unas cuantas personas, se adecue el espacio para albergar espectáculos y, como es imaginable, de pequeño formato.
Cada vez que se programa algún espectáculo con un mínimo de complejidad escenográfica, hay que movilizar un equipo de técnicos que hagan el lugar habitable desde el punto de vista teatral. Y eso es lo que sucedió el jueves 11.
Nos presentábamos allí dispuestos a luchar contra todos los elementos, los ya descritos, y los que el tiempo metereológico nos quiso brindar: el día más frío del año, que puso a prueba a la cuarentena larga de personas que liándose la manta a la cabeza y por todo el cuerpo..., decidieron desafiar los 8º bajo cero que había a las 22 h!
Pero como suele ocurrir, es más devastador para el teatro un partido televisado de fútbol (sobretodo si es de alguno de los dos equipos "som més que..." de siempre) que el día más frío de tooodo el invierno.
Y sorpresivamente, el espacio nos regaló con una iluminación tremendamente mágica. No tengo claro qué sería, si la calidad de aquellos focos, las dimensiones reducidas del escenario, o la absoluta oscuridad del lugar... Pero en un momento que saqué la cabeza durante la grabación de las memorias de luz, me quedé absorto con la magia que vi. A veces, cuando tengo tiempo, me siento a ver cómo Xavi programa las luces del espectáculo y el otro día quedé maravillado del ambiente tan sugerente que se puede crear... Gran trabajo el de Fio, me recordé.
En fin, luego la función fue bien. Y a dormir rápido que al día siguiente teníamos que madrugar para irnos a Lloret.
Ah, antes de cerrar entrada: SEÑORES POLÍTICOS DE LA SEU D'URGELL: NO DUDO QUE SUS CARGOS LES DEBEN MANTENER ABSOLUTAMENTE ENTREGADOS Y OCUPADOS PERO, HAGAN EL FAVOR, CONSTRUYAN UN TEATRO EN CONDICIONES COMO SU PUEBLO Y SU GENTE, QUE ES CAPAZ DE ACUDIR EN NÚMERO RESPETABLE A PESAR DEL FRIO SIBERIANO, SE MERECEN.

lunes, 8 de febrero de 2010

DON JUAN. DIARIO DE UN NÁUFRAGO. 80

Trigésimo segunda actuación.

Hace ya algunos años, cuando los éxitos de aquel Avaro que con Tábola Rassa nos llevó por decenas de teatros de Francia, descubrí que otro tipo de salas eran posibles. Me refiero a que no se puede exigir a pequeños pueblos que destinen un espacio únicamente a sala de teatro. Así pues, fue allí donde vi por primera vez los espacios polivalentes con gradas retráctiles. Es una magnífica solución y convierte un espacio en multifuncional, pasando de ser una gran sala diáfana a un auditorio en toda regla.
Ayer me reencontré con una sala de ese tipo en Vilanova del Camí, y lo cierto es que, al contrario de lo que cabía esperar al principio por lo aparentemete frío de un espacio de esas características, me sentí extraordinariamente cómodo, como si el escenario estuviera hecho a la medida del Don Juan.
La función transcurrió ágil y plácida... Intensa en muchos momentos.
Pero, como siempre, hubo algo que la hizo diferente, especial, única.
Yo lo titularía Don Juan o el caramelo impertinente. Hasta ahora me había ido acostumbrando a las toses impredecibles de las que ya he hablado en alguna entrada anterior. Ayer conocí un daño colateral de esas toses aún si cabe más devastador que la tos en sí misma: el caramelito calmatoses... Terrible arma de destrucción masiva en manos de una entrañable abuelita que ante el desesperante picor de garganta recuerda que, allá en el fondo de su bolso, tiene un caramelito desde hace quinquenios y que va a salvarle la situación calmándole los espasmos picantes que le produce su garganta. Y allá va ella, en el momento más frágil de la función (eso siempre) a investigar por los entresijos de su bolso, sorteando ruidosas llaves, monederos repletos de tintineantes monedas hasta dar con el objeto de su salvación. Y oh Dios!, por qué será que esos caramelitos siempre van envueltos en plastiquitos crujientes y de apertura casi imposible, retardada como las cajas fuertes de los bancos, que hacen que se conviertan en manos de una persona de edad avanzada, a oscuras y con la mirada puesta en el escenario, como una sirena en un velatorio!! A la mujer le llevó unos tres o cuatro minutos acabar con éxito su tarea, regalándonos a todos toda suerte de ruiditos o ruidazos en medio de la historia de Padre Luis. Sí, el momento más delicado de toda la obra. Ni mis insistentes y suplicantes miradas, ni las del Padre Luis, ni nada fue capaz de hacerle entender a la respetable señora que la acción dramática se estaba trasladando desde el escenario hasta sus manos y la increíble misión que estaban llevando a cabo... La apertura del caramelo maldito. Parece mentira como algo tan simple te puede desconcentrar tanto y pueda hacer que tus frases se vuelvan anodinas, planas, sin sentido... Afortunadamente, la señora no tenía más caramelos para repartir entre sus acompañantes y quedó sólo en eso, en un caramelo inoportuno...

lunes, 1 de febrero de 2010

DON JUAN. DIARIO DE UN NÁUFRAGO. 79

Trigésimo primera actuación.

El Auditorio de San Lorenzo del Escorial es un imponente complejo que alberga dos enormes y modernas salas de teatro. La sala A, con capacidad para 1066 espectadores y la sala B para 300.

Obviamente es en esta última donde hemos actuado. Con todos los adelantos , con una confortabilísima platea, con un escenario igualmente cómodo, amplio y práctico, y con un equipo humano numeroso, entendido y trabajador (empezando por Alberto, el director de complejo, con 60 años de experiencia a sus espaldas, y que nos recibió a las 9 de la mañana con su amable sonrisa, estuvo todo el día a nuestra disposición y fue el último en marcharse a la noche: inaudito…), y pasando por todos los técnicos.

Con estas magníficas condiciones, esta vez no había excusa: el espectáculo debía lucir con todo su esplendor, o la decepción iba ser mayúscula.

Después de la relativa decepción del Lara, aquí había que dar el do de pecho, a riesgo de acabar pareciendo un pedante engreído que se dedica a echar balones fuera en vez de aceptar la responsabilidad de haber creado un trabajo mediocre…

Así pues, hemos cuidado una vez más hasta el último detalle: cada cuerda, cada saco, cada luz, todo milimétricamente situado para evitar sorpresas… Hoy me he encerrado en el camerino con los bichos, a mirarles a la cara, a hundirme en su mundo de pasiones y decepciones, a hablarles y escucharles… A recordar palabra por palabra, sentimiento por sentimiento lo que iba a suceder un par de horas después. Está claro que la motivación forma parte imprescindible de nuestra profesión: el trabajo psicológico, el encerrarte en tu submundo para después, con fuerza, volcar todos tus sentimientos, tus pasiones, tus miedos encima de las tablas, olvidado de quién o qué hay al otro lado de la cuarta pared… Bueno, quizás no olvidado, pero sin otorgarles más potestad que la de escuchar y asistir a esa convulsión en directo…

Con tamaña concentración empezaba hoy la función, con las ganas de comerme el mundo y con las ansias de aspirar cada segundo y vivirlo como la primera vez; saboreando cada gesto, cada reacción, cada insulto de Don Juan, cada ironía, cada frase, cada enseñanza, cada silencio…

Y ha sido una función plácida, agradable y distendida, pero intensa, de aquellas que tienes la sientes que todo rueda, que todo está grabado y que nada puede romperse; y eso precisamente te otorga la sensación de libertad de moverte a tu antojo, jugar contigo y con los muñecos, como cuando eres un niño… Como cuando paso minutos escuchando a Samuel, mi hijo de tres años, jugar en su cuarto con sus muñecos apasionadamente, convirtiendo a su antojo su mundo interior en su mundo real. La sensación es la misma: todo lo que va a suceder está dentro de la lógica de la realidad, y a la vez será algo magníficamente nuevo para mí… y para el público.

Así ha transcurrido la función; la he disfrutado de cabo a rabo. Y me he sentido muy feliz de poder brindar este trabajo a amigos que se hallaban en la sala, algunos que veían el espectáculo por primera vez (como Charo, la programadora (gracias, gracias), que en un ejercicio de valentía y confianza se atrevió a incluir el Don Juan en una programación repleta de grandes compañías y grandes espectáculos… sin haberlo visto previamente!), y otras que era la tercera vez que lo veían, como Cristina (tu sonrisa es el mayor regalo que uno se puede encontrar al final de una función), una ahora maravillosa amiga, que contra viento y marea se ha presentado en El Escorial dispuesta a quitarme el mal gusto por haberle ofrecido una tan pobre actuación en el Lara…

Así pues, sus sonrisas al finalizar, sus abrazos, son algo que uno se lleva muy adentro y que agradeceré siempre. Alguna vez lo he comentado, pero, así como antes de cada función me sorprendo a mí mismo maldiciendo el por qué de escoger una profesión tan al filo de la navaja, tan expuesta, tan imprevisible, estos momentos de calor, de afecto, de aceptación, de agradecimiento, no los cambiaría por nada en el mundo y me hacen pensar: ¡¡sí, esta es la profesión más maravillosa del mundo!!

Incluso en una función como hoy, en la que al final el público ha permanecido en silencio unos largos segundos antes de arrancar a aplaudir (le he ordenado a Xavi que, a partir de ahora, arranque a aplaudir como un loco ferviente fan, en cuanto haya hecho el black out final, (esto es un secreto muy secreto)), a pesar de ese final con suspense en el que uno se quiere hundir en la tierra, muy adentro, a pesar de eso digo, hoy me he sentido muy satisfecho por cómo han salido las cosas.

Un gustazo.