El invierno parece que empieza a apretar un poquito menos. Eso lo agradecemos mucho María y yo... Nuestro ejército de estufas empieza a ser efectivo y ya podemos ensayar a unos discretos 12 o 13 grados!!!
Estoy contento... Me empiezo a acercar a Jacobo, un fraile de treinta años con nula experiencia de la vida fuera del convento. Estamos en el siglo XVII. Es difícil meterse en la mente y el cuerpo de alguien tan lejano a ti sin caer en los tópicos... Pero a base de buscarlo a partir de otros personajes como un monstruo irascible... uno miedoso... o un ser altanero y agresivo... o un niño pequeño delante del maestro inquisidor... Van saliendo detalles, chispas que nos acercan a Jacobo.
Don Juan está ahí, expectante, esperando que llegue su frailecillo para comerle los hígados, para jugar con él como juega el gato con su presa antes de matarlo. Pero lo que no sabe es que no podrá matar a este ratón. Esa es la dificultad de Jacobo en estos momentos: cómo pasarlo de un estado de absoluto terror a Don Juan, a un estado de cierta empatía, que acabe por seducirlo. Ese paso es el siguiente reto. Quizás haya que modificar algo el texto de Jacobo...
Bueno, eso será tarea para mañana...
Ya no recordaba lo reconfortante que es un buen ensayo. Y lo tonificante.
Aprovecho para dejar unos figurines de nuestra niña muerte.
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