miércoles, 28 de enero de 2009

DON JUAN. DIARIO DE UN NÁUFRAGO. 8

Octavo Ensayo.

Hoy por primera vez me he enfrentado a Don Juan. Solos ante el espejo.
El hombre tiene una fuerza brutal; una mirada profunda y dura; un caminar pesado; tiende a mirar hacia abajo, cosa que deberé corregir; tiene una risa interior, entre dientes, socarrona, de bronquios, pero no aguanta la carcajada; no chilla y no tiene un rictus de loco, lo cual me dificultará alguna escena, sobretodo la de la pesadilla... ya veremos como lo solventamos. He descubierto que utilizar los dos tipos de agarre de la cabeza (por la nuca y por la espalda) es creíble. Me preocupaba por cuanto estando tumbado debo agarrarlo por la nuca pero al levantarse debo agarrarlo por la espalda... pero queda muy orgánico el cambio.
Escucha... y cómo! Un levísimo giro de cabeza y se te atragantan las palabras por la manera en que te presta atención. Es un cabrón: él lo sabe y cuando te despistas ya te está intimidando con ese remirar de soslayo. Las piernas articuladas darán mucho juego, al sentarse en la cama o al arrodillarse para la confesión.
Sus manos son grandes e impresiona su realismo... eso hace más facil la manipulación directa porque mis manos pasan desapercibidas...
Aún no me he atrevido a llevarlo al límite... tiempo. Me da miedo empacharme de él. En estos casos se suele crear una tribialización de todos estos gestos tan impresionantes, por cuanto el manipulador deja de sorprenderse de ellos y acaba por no utilizarlos o por exagerarlos demasiado.
Es totalmente orgánica la situación de Don Juan respecto al manipulador... y cuando Jacobo lo alza en brazos se crea una imagen impactante, de un patetismo brutal... nunca me había parado a pensar lo potente que es un viejo desvalido en brazos de alguien... es de una fragilidad tan tierna y cómica a la vez...
Ahora debo despegarme de ese rictus fijo, de esa cara impertérrita de rasgos angulosos; de ese gesto perenne de estar pensando mil cosas en su cabeza; de esa larga historia que alberga en su interior... porque eso es lo más impresionante de Don Juan: cuando lo ves, ves a un hombre que ha vivido mucho. Te dan ganas de lanzarte a hacerle mil preguntas sobre su pasado. Qué hace ese hombre ahí...? Y cuando tose, con esa tos tan interna, ese arrancar la pus que se acumula en sus bronquios... se vuelve frágil como un niño e... impresiona... mucho.
Pero mi tarea es olvidarme de ese gesto tan inamovible y atreverme a buscar todos los registros: la risa, la ironía, el buen humor... todos esos detalles que no son acompañados por la fisonomía de su rostro pero que deben estar ahí para no crear un personaje lineal y monocromático...
Todo un juguete, un reto grande para disfrutarlo...

Es muy curioso, porque cuando me enfrenté a representar a Harpagón con un grifo, la gente valoraba la capacidad para proyectar expresión sobre un objeto inerte, frío e inexpresivo... a priori.
Sin embargo ahora el problema es el contrario: este Don Juan está vivo sólo con hacerlo respirar un poquito... y sin embargo su fisionomía es tan y tan potente que me pone muy dificil buscarle la riqueza de gestos y sentimientos...
Don Juan eres un caballo salvaje pero nos vamos a domar juntos, seguro...

1 comentario:

  1. las fotos son impactantes, tanto las de bolg como las de mail que recibí. Lo son tanto que incluso dudo de mi propio comentario sobre el hecho de que Jacobo no tenga barba para expresar visulmente su bisoñez emocional.

    La figura de don Juan en brazos es potente... y contradictoria. Es un ser enorme y desvalido al tiempo. Es algo que crece en el interior de mí como espectador (porque mé sé el texto y cuando el espectador lo vea lo sentirá igual, pienso).

    Es importante no banalizarlo. Pero també lo es que no fagocite a Jacobo.


    Por los dioses, felicita a Martí de mi parte.

    Ánimo, amigo.

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