Décimoquinta actuación
Hoy había algo más de público... creo que si hubiéramos actuado mañana también habría estado lleno.
Qué manera de sudar...! Cómo lo soportan los frailes de verdad??
Ha habido un error al seleccionar la proyección y hemos escogido la versión equivocada y no ha habido manera de cazar a Doña Inés... Pero bueno, al menos la proyección se ha visto en el telón de fondo...
El resto ha ido bién... quizás un poco descolocado de ritmo... pero bien.
En resumen, salimos muy contentos de Alcalá, donde nos han tratado muy bien y donde nos han hecho sentir como na compañía grande. Grandes son ellos, empezando por Pablo y acabando por Adrián... Carmen, Elena, Amparo... gente super competente y amantes del teatro... Gracias a todos ellos por su entrega y profesionalidad, que ha sido la misma para Flotats que para nosotros... Un verdadero placer volver aquí...
Bueno, ahora a descansar y mañana a casa de vuelta.
Paramos hasta octubre... y el análisis no puede ser más alentador... Se presenta un otoño-invierno y un nuevo año lleno de buenas expectativas... vamos a ver si somos capaces de concretarlas...
Ahora toca ponerse con el catalán y con el francés... El estreno en catalán y los primeros bolos ya están atados... para el año que viene espero qu podamos ponernos con la versión francesa...
Hasta pronto.
sábado, 27 de junio de 2009
DON JUAN. DIARIO DE UN NÁUFRAGO. 60
Décimocuarta actuación
Vuelta a la carretera, vuelta la tranquilidad del viaje. Saber que los bultos están conmigo y que cuando llegue a destino todos estaremos juntos: Xavi, el espectáculo y yo...
Y vuelta al placer de actuar para un público que comprende y disfruta cada una de las palabras que digo. Casi había olvidado lo que era eso. La escucha.
Y es que en Brasil había llegado a desarrollar un sistema de autodefensa, inconscientemente descubrí las partes del espectáculo que el público disfrutaba más por la comprensión, y había modificado el tempo de algunas pasajes para facilitar el ritmo del conjunto.
Aquí, ayer, fue un placer volver a sentir cada palabra como un mensaje claro hacia el público, y notar por otro lado, esa exigencia de la dicción, saber que cada expresión, cada verso, estaba siendo analizado por un público exigente, acostumbrado a oir texto en castellano y que escuchaba con una profundidad a veces inquietante.
Un gusto actuar en un festival de teatro, y una sorpresa la gran acogida que hemos tenido.
Y es que creo que se está perdiendo una parte importante de nuestra profesión. Comunicar, conmover, contar... todo empieza por co... Y el placer de la artesanía que representa medir cada palabra, buscarla en las tripas (ya me lo decía Jaime...) y expresarla con mimo. Cuidar todos los detalles, ser honesto con las posibilidades de uno y no embarcarse en viajes que nos seamos capaces de llevar a puerto. Buscar ese punto de equilibrio, pero sin hacer ascos al riesgo, decir lo que uno piensa pero sin menospreciar al que lo escucha... intentar crear un acto de disfrute común y no un orgasmo personal... Sí, creo que eso se está perdiendo, y cada vez buscamos más otras cosas que no alcanzo a comprender pero que está claro que están acabando de a poquito con el placer de ir al teatro...
Y cada vez hay más teatro comercial, teatro que llega al espectador con un envoltorio espectacular, que requiere grandes inversiones económicas para desarrollar puestas en escena que impacten al espectador y que a la vez tengan contenidos "fáciles". No discuto el mérito de estos espectáculos, pero creo que es desmesurada la desproporción entre el dinero que se invierte y el contenido que se adivina.
Aunque en ocasiones, lo más vergonzoso es ver espectáculos que no van mucho más allá del estreno y en los que se han gastado millonadas con las espaldas cubiertas por subvenciones vergonzantes. Por qué no se exige más a los espectáculos...? Tanto dinero te damos de subvención... tantos bolos exigimos como contrapartida...
En fin,, que se me va la olla...
Un gustazo actuar aquí en Alcalá que espero que hoy continúe...
Vuelta a la carretera, vuelta la tranquilidad del viaje. Saber que los bultos están conmigo y que cuando llegue a destino todos estaremos juntos: Xavi, el espectáculo y yo...
Y vuelta al placer de actuar para un público que comprende y disfruta cada una de las palabras que digo. Casi había olvidado lo que era eso. La escucha.
Y es que en Brasil había llegado a desarrollar un sistema de autodefensa, inconscientemente descubrí las partes del espectáculo que el público disfrutaba más por la comprensión, y había modificado el tempo de algunas pasajes para facilitar el ritmo del conjunto.
Aquí, ayer, fue un placer volver a sentir cada palabra como un mensaje claro hacia el público, y notar por otro lado, esa exigencia de la dicción, saber que cada expresión, cada verso, estaba siendo analizado por un público exigente, acostumbrado a oir texto en castellano y que escuchaba con una profundidad a veces inquietante.
Un gusto actuar en un festival de teatro, y una sorpresa la gran acogida que hemos tenido.
Y es que creo que se está perdiendo una parte importante de nuestra profesión. Comunicar, conmover, contar... todo empieza por co... Y el placer de la artesanía que representa medir cada palabra, buscarla en las tripas (ya me lo decía Jaime...) y expresarla con mimo. Cuidar todos los detalles, ser honesto con las posibilidades de uno y no embarcarse en viajes que nos seamos capaces de llevar a puerto. Buscar ese punto de equilibrio, pero sin hacer ascos al riesgo, decir lo que uno piensa pero sin menospreciar al que lo escucha... intentar crear un acto de disfrute común y no un orgasmo personal... Sí, creo que eso se está perdiendo, y cada vez buscamos más otras cosas que no alcanzo a comprender pero que está claro que están acabando de a poquito con el placer de ir al teatro...
Y cada vez hay más teatro comercial, teatro que llega al espectador con un envoltorio espectacular, que requiere grandes inversiones económicas para desarrollar puestas en escena que impacten al espectador y que a la vez tengan contenidos "fáciles". No discuto el mérito de estos espectáculos, pero creo que es desmesurada la desproporción entre el dinero que se invierte y el contenido que se adivina.
Aunque en ocasiones, lo más vergonzoso es ver espectáculos que no van mucho más allá del estreno y en los que se han gastado millonadas con las espaldas cubiertas por subvenciones vergonzantes. Por qué no se exige más a los espectáculos...? Tanto dinero te damos de subvención... tantos bolos exigimos como contrapartida...
En fin,, que se me va la olla...
Un gustazo actuar aquí en Alcalá que espero que hoy continúe...
lunes, 22 de junio de 2009
DON JUAN. DIARIO DE UN NÁUFRAGO. 59
Decimosegunda y decimotercera actuaciones
Uff! Menos mal.
Hoy la cosa ha sido totalmente distinta.
Solucionados los problemas técnicos de ayer, con la compañía descansada, el público fresco que llenaba el teatro (había gente de pie!), todo ha ido perfecto.
No he sido consciente de hasta qué punto ayer me quedé decepcionado hasta que al final de la primera función de hoy me ha brotado toda la rabia e impotencia acumulada en forma de emoción. Así que me he descubierto yo solo, en el camerino (que no era tal, sino un rincón a oscuras del escenario), llorando como un niño…
Y es que el público (en el cual me incluyo cuando estoy en el otro lado), no tenemos idea de lo que el que está ahí encima pone en juego. No se trata sólo de la aprobación o no de lo que haces, se trata de la impotencia de saber que por lo que sea no se te está comprendiendo, o escuchando… Es como intentar contar algo y que tu interlocutor no lo aprecie y acabe con la sensación de que no te ha comprendido… Y sobretodo es que, a pesar de todo, cuando el que está encima del escenario se deja las tripas, y se esfuerza por llegar, por comunicar, por expresar algo… se merece algo más que la indiferencia.
Asumo, claro, que es nuestro trabajo, pero ayer me quede muy decepcionado, y cuando me encontré con amigos que habían venido a ver la función, tuve que poner aquella cara de “esto no es lo que yo quería mostrar…”, esa cara… porque el comentario no lo haces porque parece una disculpa de un mal espectáculo…
Así que cuando la magia vuelve, y la escucha, y el viaje juntos… uno redescubre el placer de estar ahí arriba y el gusto por la actuación.
La segunda función ha sido una tortura a nivel físico. Tres funciones casi en 24 horas es demasiado para el hombro… Casi no podía sostener los títeres en alto, y me las había de ingeniar para descanser el brazo buscando posturas más relajadas sin que se notara… Y olvidar el dolor y concentrarme en la interpretación… Joder, ha sido todo un ejercicio de concentración… Una locura… Pero ya…
Ahora a casa!!!
Uff! Menos mal.
Hoy la cosa ha sido totalmente distinta.
Solucionados los problemas técnicos de ayer, con la compañía descansada, el público fresco que llenaba el teatro (había gente de pie!), todo ha ido perfecto.
No he sido consciente de hasta qué punto ayer me quedé decepcionado hasta que al final de la primera función de hoy me ha brotado toda la rabia e impotencia acumulada en forma de emoción. Así que me he descubierto yo solo, en el camerino (que no era tal, sino un rincón a oscuras del escenario), llorando como un niño…
Y es que el público (en el cual me incluyo cuando estoy en el otro lado), no tenemos idea de lo que el que está ahí encima pone en juego. No se trata sólo de la aprobación o no de lo que haces, se trata de la impotencia de saber que por lo que sea no se te está comprendiendo, o escuchando… Es como intentar contar algo y que tu interlocutor no lo aprecie y acabe con la sensación de que no te ha comprendido… Y sobretodo es que, a pesar de todo, cuando el que está encima del escenario se deja las tripas, y se esfuerza por llegar, por comunicar, por expresar algo… se merece algo más que la indiferencia.
Asumo, claro, que es nuestro trabajo, pero ayer me quede muy decepcionado, y cuando me encontré con amigos que habían venido a ver la función, tuve que poner aquella cara de “esto no es lo que yo quería mostrar…”, esa cara… porque el comentario no lo haces porque parece una disculpa de un mal espectáculo…
Así que cuando la magia vuelve, y la escucha, y el viaje juntos… uno redescubre el placer de estar ahí arriba y el gusto por la actuación.
La segunda función ha sido una tortura a nivel físico. Tres funciones casi en 24 horas es demasiado para el hombro… Casi no podía sostener los títeres en alto, y me las había de ingeniar para descanser el brazo buscando posturas más relajadas sin que se notara… Y olvidar el dolor y concentrarme en la interpretación… Joder, ha sido todo un ejercicio de concentración… Una locura… Pero ya…
Ahora a casa!!!
domingo, 21 de junio de 2009
DON JUAN. DIARIO DE UN NÁUFRAGO. 58
Decimoprimera actuación
Ayer tuvimos muchos problemas técnicos.
La mesa de luces se volvió loca y empezó a dar y quitar luces a su puta bola... Es terrible, porque por mucha concentración que tu quieras poner y mucho esfuerzo que hagas, se rompe continuamente el ritmo y la concentración.
Al llegar al final, obviamente la gente tardó en aplaudir... demasiamos condicionantes... la hora, el idioma, los problemas técnicos, el ruido incesante de los coches con la música a tope que pasaban por la puerta del escenario...
Lo cierto es que hubo escucha, aunque el texto no se comprendía en gran parte por un sector mayoritario de la sala que llanaba el espacio...
Pero pensé que el público apreciaría el esfuerzo realizado, y comprendería las grandes dificultades de actuar en esas condiciones… Pero no.
Y es que esto es una feria. Una especie de maratón donde se acostumbra al público a ir a ver el mayor número de espectáculos posible, y si tienes la “suerte” de actuar a las 23:30, el público llega tan cansado de una jornada de 15 horas viendo espectáculos y vagando por la calle, que no tiene fuerzas ni ganas para dejarse sorprender…
Y claro los que actuamos tampoco estamos para tirar cohetes… Despues de una jornada de montaje comprimida, con las dudas permanentes de si llegas o no… sin espacio para la relajación…
Las compañías deberíamos poner límite a esta situación. Es cierto que somos las primeras que nos apuntamos a un bombardeo con tal de vender una función (reconozco mi culpa en este sentido), y no damos importancia a las condiciones… pero hay cosas que deben ser respetadas, aunque por ellos en vez de 40 espectáculos haya 30…
Tantos días aquí sin poder hacer nada del montaje, tanto tiempo desperdiciado, y luego tenemos que montar deprisa y corriendo, sin tiempo apenas de probar nada… Son los festivales, donde te ves obligado a compartir escenario y tus exigencias técnicas pasan a un segundo plano por causa de una programación demasiado apretada…
Y no es que no haya atención, o no se desvivan por ti… pero a veces lo más importante no es llegar a la hora de la función… sino cómo llegar… y los detalles… En fin, son las 6 de la mañana y la preocupación por subsanar en las dos funciones que quedan hoy (11 y 15 h!!!) los problemas de ayer y que no vuelvan a repertirse, me tienen en un estado de tensión que no me deja dormir, y me tienta de decir cosas…
Está siendo una gira demasiado larga, desde el día 4 que salimos de casa… con demasiados días off… tengo unas ganas locas de volver a casa, de besar a los míos… Echo tanto de menos a María, a Samuel, a Lola… que no parece que vaya a llegar nunca la hora de volver… Mañana… mañana volvemos…
Sabía que iba a ser difícil, y que no había elección… son funciones a las que no podía decir que no porque eran buenas para comer, y para rodar el espectáculo acabado de estrenar, y para conseguir críticas que den empaque al dossier…
Pero ya. Ya no aguanto mucho más…
A pesar de los mimos de la gente de los festivales, de los amigos que nos han acogido y acompañado… Ya es hora de volver!!!!
Esto me va a servir de experiencia para no volver a montar giras de este tipo, para tener siempre presente que el trabajo está bien, y más si es como este… pero que hay cosas que están muy por encima… Ahora hay un señor pequeñito de tres años casi que pregunta por mí a su mamá y ya llevo demasiados días sin poder abrazarlo y sentir sus besotes llenos de baba…
Ya queda menos…
Ayer tuvimos muchos problemas técnicos.
La mesa de luces se volvió loca y empezó a dar y quitar luces a su puta bola... Es terrible, porque por mucha concentración que tu quieras poner y mucho esfuerzo que hagas, se rompe continuamente el ritmo y la concentración.
Al llegar al final, obviamente la gente tardó en aplaudir... demasiamos condicionantes... la hora, el idioma, los problemas técnicos, el ruido incesante de los coches con la música a tope que pasaban por la puerta del escenario...
Lo cierto es que hubo escucha, aunque el texto no se comprendía en gran parte por un sector mayoritario de la sala que llanaba el espacio...
Pero pensé que el público apreciaría el esfuerzo realizado, y comprendería las grandes dificultades de actuar en esas condiciones… Pero no.
Y es que esto es una feria. Una especie de maratón donde se acostumbra al público a ir a ver el mayor número de espectáculos posible, y si tienes la “suerte” de actuar a las 23:30, el público llega tan cansado de una jornada de 15 horas viendo espectáculos y vagando por la calle, que no tiene fuerzas ni ganas para dejarse sorprender…
Y claro los que actuamos tampoco estamos para tirar cohetes… Despues de una jornada de montaje comprimida, con las dudas permanentes de si llegas o no… sin espacio para la relajación…
Las compañías deberíamos poner límite a esta situación. Es cierto que somos las primeras que nos apuntamos a un bombardeo con tal de vender una función (reconozco mi culpa en este sentido), y no damos importancia a las condiciones… pero hay cosas que deben ser respetadas, aunque por ellos en vez de 40 espectáculos haya 30…
Tantos días aquí sin poder hacer nada del montaje, tanto tiempo desperdiciado, y luego tenemos que montar deprisa y corriendo, sin tiempo apenas de probar nada… Son los festivales, donde te ves obligado a compartir escenario y tus exigencias técnicas pasan a un segundo plano por causa de una programación demasiado apretada…
Y no es que no haya atención, o no se desvivan por ti… pero a veces lo más importante no es llegar a la hora de la función… sino cómo llegar… y los detalles… En fin, son las 6 de la mañana y la preocupación por subsanar en las dos funciones que quedan hoy (11 y 15 h!!!) los problemas de ayer y que no vuelvan a repertirse, me tienen en un estado de tensión que no me deja dormir, y me tienta de decir cosas…
Está siendo una gira demasiado larga, desde el día 4 que salimos de casa… con demasiados días off… tengo unas ganas locas de volver a casa, de besar a los míos… Echo tanto de menos a María, a Samuel, a Lola… que no parece que vaya a llegar nunca la hora de volver… Mañana… mañana volvemos…
Sabía que iba a ser difícil, y que no había elección… son funciones a las que no podía decir que no porque eran buenas para comer, y para rodar el espectáculo acabado de estrenar, y para conseguir críticas que den empaque al dossier…
Pero ya. Ya no aguanto mucho más…
A pesar de los mimos de la gente de los festivales, de los amigos que nos han acogido y acompañado… Ya es hora de volver!!!!
Esto me va a servir de experiencia para no volver a montar giras de este tipo, para tener siempre presente que el trabajo está bien, y más si es como este… pero que hay cosas que están muy por encima… Ahora hay un señor pequeñito de tres años casi que pregunta por mí a su mamá y ya llevo demasiados días sin poder abrazarlo y sentir sus besotes llenos de baba…
Ya queda menos…
miércoles, 17 de junio de 2009
DON JUAN. DIARIO DE UN NÁUFRAGO. 57
Décima función
Hoy (por el domingo pasado) las cosas han salido más orgánicas y fluídas. El cuerpo, la voz... el hombro se está acostumbrando de nuevo al trabajo. A pesar de que hoy ha venido menos gente al ser domingo, al final han aplaudido con ganas.
A la hora de la cena nos comunican que el público del festival ha decidido otrogarnos el premio al mejor espectáculo lo cual nos llena de alegría y de razones para ponernos de Cachaça hasta las cejas.
La noche es corta, porque a las 6 de la manyana (ordenador brasilenyo, no enyes), nos levantamos para ir al aeropuerto y tomar un par de aviones que nos llevan al sur, a Porto Alegre.
Desde allí un bus hasta Canela... el Beberly Hills de Brasil. Un gueto de ricos descendientes de alemanes que se apropiaron de una zona montanyosa y pusieron ahí un par de pueblos que en total agrupan a unos 75 000 habitantes que conforman una de las zonas turísticas de más prestigio de Brasil para el turismo interior.
Lo cierto es que todo está muy cuidado, pero muy yanki... Y a la postre, hace un frío que te cagas... Joder, qué frío se pasa cuando estás en un país preparado sólo para cuando el mercurio pasa de los 30... Las casas, hoteles, teatros no están equipados para el frío... total sólo son dos mesecillos... Resultado: pasas más frío que en Laponia... Y no es broma. Con nosotros ha viajado una companyia de Finlandia y los pobres están más helados que nosotros...
Los teatros no tienen calefacción, y cuando les preguntas, te contestan que el público está acostumbrado...
Aún recuerdo cuando en este mismo festival vi a Stuffed Puppet a 6 grados de temperatura!!! Se te helaba la sonrisa y te daba miedo porque si te dormías (acostumbran poner actuaciones a las 12 de la noche, como la nuestra del sabado que viene...) corrías el riesgo de no despertar jamás.
No entiendo porque no montan el festival en el mes de diciembre... Dicen que ahora es temporada alta y que muchos brasilenyos que acuden (según parece sólo el 9 % son de este estado) vienen con ganas de conocer el frío... Quizás estén hartos de playas y quieran emociones fuertes...
Estoy pensando en ponerme calcetines debajo de las sandalias para actuar... si no fuera porque iba a parecer un turista alemán...
En fin, hoy he puesto una vela (no es broma... uno tiene esas extranha costumbre) en una iglesia y he rogado entre otras cosas, para que salga el sol y suba un poco la temperatura... Mientras en Espanya se mueren de calor, aquí nos cagamos de frío... que poco compensado está el mundo...
A pesar de todo, la gente del festival es muy atenta y el recibimiento tiene todo el calor que el clima nos niega. Estamos siendo muy bien tratados y hacen que te sientas cómodo... Y además se desviven por conseguir lo que les pides. Todo un lujo!!!
Desde aquí gracias a todos ellos por su trabajo.
Hoy (por el domingo pasado) las cosas han salido más orgánicas y fluídas. El cuerpo, la voz... el hombro se está acostumbrando de nuevo al trabajo. A pesar de que hoy ha venido menos gente al ser domingo, al final han aplaudido con ganas.
A la hora de la cena nos comunican que el público del festival ha decidido otrogarnos el premio al mejor espectáculo lo cual nos llena de alegría y de razones para ponernos de Cachaça hasta las cejas.
La noche es corta, porque a las 6 de la manyana (ordenador brasilenyo, no enyes), nos levantamos para ir al aeropuerto y tomar un par de aviones que nos llevan al sur, a Porto Alegre.
Desde allí un bus hasta Canela... el Beberly Hills de Brasil. Un gueto de ricos descendientes de alemanes que se apropiaron de una zona montanyosa y pusieron ahí un par de pueblos que en total agrupan a unos 75 000 habitantes que conforman una de las zonas turísticas de más prestigio de Brasil para el turismo interior.
Lo cierto es que todo está muy cuidado, pero muy yanki... Y a la postre, hace un frío que te cagas... Joder, qué frío se pasa cuando estás en un país preparado sólo para cuando el mercurio pasa de los 30... Las casas, hoteles, teatros no están equipados para el frío... total sólo son dos mesecillos... Resultado: pasas más frío que en Laponia... Y no es broma. Con nosotros ha viajado una companyia de Finlandia y los pobres están más helados que nosotros...
Los teatros no tienen calefacción, y cuando les preguntas, te contestan que el público está acostumbrado...
Aún recuerdo cuando en este mismo festival vi a Stuffed Puppet a 6 grados de temperatura!!! Se te helaba la sonrisa y te daba miedo porque si te dormías (acostumbran poner actuaciones a las 12 de la noche, como la nuestra del sabado que viene...) corrías el riesgo de no despertar jamás.
No entiendo porque no montan el festival en el mes de diciembre... Dicen que ahora es temporada alta y que muchos brasilenyos que acuden (según parece sólo el 9 % son de este estado) vienen con ganas de conocer el frío... Quizás estén hartos de playas y quieran emociones fuertes...
Estoy pensando en ponerme calcetines debajo de las sandalias para actuar... si no fuera porque iba a parecer un turista alemán...
En fin, hoy he puesto una vela (no es broma... uno tiene esas extranha costumbre) en una iglesia y he rogado entre otras cosas, para que salga el sol y suba un poco la temperatura... Mientras en Espanya se mueren de calor, aquí nos cagamos de frío... que poco compensado está el mundo...
A pesar de todo, la gente del festival es muy atenta y el recibimiento tiene todo el calor que el clima nos niega. Estamos siendo muy bien tratados y hacen que te sientas cómodo... Y además se desviven por conseguir lo que les pides. Todo un lujo!!!
Desde aquí gracias a todos ellos por su trabajo.
domingo, 14 de junio de 2009
DON JUAN. DIARIO DE UN NÁUFRAGO. 56
Novena actuación
Ayer actuamos en el Teatro Don Silverio, un espacio que perteneció a una iglesia en otro tiempo…
Las medidas y las condiciones eran ideales, y salvo un problema técnico (incomprensiblemente las etapas de potencia de sonido estaban en el escenario, con el consiguiente e insoportable ruido que emitían), problema que solucionamos, era un espacio perfecto para el Don Juan…
La función discurrió sin más, con una gran escucha y tensión en toda la obra, con risas y sorpresa en determinados momentos… lo qcual demostraba que el público estaba muy metido. Había un niño en la sala, un niño de unos 6 años que no vi pero si escuché. Cómo condiciona un niño en la platea en un espectáculo como este… El niño, que en lineas generales se portó bien, se aburría (como es lógico, en un espectáculo para adultos, de texto y en un idioma que no entiendes) en ciertos momentos, y se dedicaba a hablar con su mamá… Me descentró bastante y a punto estuve de olvidar el texto en un par de momentos… pero lo más destacable fue cuando Jacobo se carga al Padre Luis con el abrazo, al caer al suelo el fraile, se oyó una vocecita desde la platea que dijo: ”Morreu…” a lo que algunas personas (incluido yo si no fuera porque era el momento de más tensión de todo el espectáculo) estuvimos tentados de ponernos a reir. “Morreu…” (Murió) El niño entendió lo que pasaba y se sintió tan contento por haber comprendido como los adultos que tuvo que demostrarlo, narrarlo en voz alta.
Luego en el monólogo de la muerte sentí que se estremecía un poco en su butaca y que le comentaba a su madre que aquel personaje no le gustaba lo más mínimo…
Los códigos de cortesía en un espectáculo en Brasil son diferentes a los nuestros… diría a los del resto del mundo…
Aquí la gente se pone sistemáticamente de pie para aplaudir, y lo hacen de manera efusiva, explosiva… todos de pie sin excepción desde el principio… Sin embargo se cansan muy pronto de aplaudir, como si tal exceso de efusividad consumiera sus energías en apenas unos segundos… Así que si mejor no demorarte mucho entre salida y salida porque lo más probable es que dejen de aplaudir en cuanto desaparezcas del escenario…
Ayer actuamos en el Teatro Don Silverio, un espacio que perteneció a una iglesia en otro tiempo…
Las medidas y las condiciones eran ideales, y salvo un problema técnico (incomprensiblemente las etapas de potencia de sonido estaban en el escenario, con el consiguiente e insoportable ruido que emitían), problema que solucionamos, era un espacio perfecto para el Don Juan…
La función discurrió sin más, con una gran escucha y tensión en toda la obra, con risas y sorpresa en determinados momentos… lo qcual demostraba que el público estaba muy metido. Había un niño en la sala, un niño de unos 6 años que no vi pero si escuché. Cómo condiciona un niño en la platea en un espectáculo como este… El niño, que en lineas generales se portó bien, se aburría (como es lógico, en un espectáculo para adultos, de texto y en un idioma que no entiendes) en ciertos momentos, y se dedicaba a hablar con su mamá… Me descentró bastante y a punto estuve de olvidar el texto en un par de momentos… pero lo más destacable fue cuando Jacobo se carga al Padre Luis con el abrazo, al caer al suelo el fraile, se oyó una vocecita desde la platea que dijo: ”Morreu…” a lo que algunas personas (incluido yo si no fuera porque era el momento de más tensión de todo el espectáculo) estuvimos tentados de ponernos a reir. “Morreu…” (Murió) El niño entendió lo que pasaba y se sintió tan contento por haber comprendido como los adultos que tuvo que demostrarlo, narrarlo en voz alta.
Luego en el monólogo de la muerte sentí que se estremecía un poco en su butaca y que le comentaba a su madre que aquel personaje no le gustaba lo más mínimo…
Los códigos de cortesía en un espectáculo en Brasil son diferentes a los nuestros… diría a los del resto del mundo…
Aquí la gente se pone sistemáticamente de pie para aplaudir, y lo hacen de manera efusiva, explosiva… todos de pie sin excepción desde el principio… Sin embargo se cansan muy pronto de aplaudir, como si tal exceso de efusividad consumiera sus energías en apenas unos segundos… Así que si mejor no demorarte mucho entre salida y salida porque lo más probable es que dejen de aplaudir en cuanto desaparezcas del escenario…
miércoles, 10 de junio de 2009
DON JUAN. DIARIO DE UN NÁUFRAGO. 55
701. Séptima planta.
Es el número de mi habitación en este mastodóntico hotel de veinticinco plantas de centro de Belo Horizonte.
Está situado entre las dos avenidas mas importantes de la ciudad.
Es un edificio betusto, con pinta bastante decadente. Diría sin embargo que en la línea del resto de la urbe.
Belo Horizonte es enorme, bajo nuestra mediterránea perspectica, pero muy chica en comparación con otras ciudades de suramérica (Sao Paulo, Río, Buenos Aires…)
Es una ciudad especialmente bulliciosa, donde sus habitantes parece que se pasen el día desplazándose de un lugar a otro… caminando o en ruidosísimos coches, camiones, motos… Esta ciudad huele a etanol, combustible que aún usan muchos vehículos aquí.
Son las 7 de la mañana, y mi cuerpo ha dicho basta de descanso hace ya un buen rato. Entre el jetlag y lo extremadamente ruidoso de mi habitación (parece que haya pasado la noche entre dos carriles de la avenida…) no he podido estirar más mi sueño.
El sol hace ya rato que ha salido majestuoso por el horizonte. Aquí amanece muy temprano y anochece muy pronto también, lo cual crea en nosotros una sensación rara, por cuanto estamos acostumbrados a que cuando anochece tan pronto, todo va acompañado de un frío intenso y un sol más mortecino.
Aquí estamos al final del otoño, y las tiendas muestran en su esplendor la ropa de invierno en sus escaparates. Sin embargo, la temperatura es como si estuviéramos a principios de septiembre en Barcelona…
Ayer tuve mi momento Lost in Traslation… cuando por la tarde, después de una efímera siesta, me puse a mirar por la ventana de la habitación, y vi que el mundo discurría a mis pies diligente, veloz… y yo me encontraba estático, fuera de honda, un espectador… desubicado… perplejo, distante… Luego más tarde, salimos a dar un paseo y todas estas sensaciones empezaron a diluirse, pero cuando acabo de llegar a un lugar tan distante en todos los aspectos del mío no puedo dejar de sentirme en algunos momentos como un pulpo en un garaje…
El concepto de ciudad aquí es distinto al nuestro. Aquí el orden de prioridades es otro, y se priman otras cosas que en Europa… La estética de los edificios, las aceras, los acabados… todo eso pasa a un segundo plano. Sin embargo, el tráfico es funcional, sin los enormes atascos de nuestras ciudades, la gente es más ágil al volante…
Se aprecia un antiguo esplendor venido a menos… La mayoría de los edificios son viejos, descuidados, como si una vez construídos en una época de prosperidad y de un crecimiento desorganizado, no hubieran tenido ni tiempo ni dinero para mantenerlos.
Hoy vamos a intentar organizar alguna excursión para conocer un poco más este estado, esta tierra que muestra por todos lados sus heridas abiertas a vista de pájaro, unos agujeros inmensos de donde durante años se han extraído diferentes cosas… piedras preciosas, minerales, rocas… Pústulas incurables en una inmensidad de verde, señas evidentes de la voracidad y la ambición sin límites del ser humano.
Es el número de mi habitación en este mastodóntico hotel de veinticinco plantas de centro de Belo Horizonte.
Está situado entre las dos avenidas mas importantes de la ciudad.
Es un edificio betusto, con pinta bastante decadente. Diría sin embargo que en la línea del resto de la urbe.
Belo Horizonte es enorme, bajo nuestra mediterránea perspectica, pero muy chica en comparación con otras ciudades de suramérica (Sao Paulo, Río, Buenos Aires…)
Es una ciudad especialmente bulliciosa, donde sus habitantes parece que se pasen el día desplazándose de un lugar a otro… caminando o en ruidosísimos coches, camiones, motos… Esta ciudad huele a etanol, combustible que aún usan muchos vehículos aquí.
Son las 7 de la mañana, y mi cuerpo ha dicho basta de descanso hace ya un buen rato. Entre el jetlag y lo extremadamente ruidoso de mi habitación (parece que haya pasado la noche entre dos carriles de la avenida…) no he podido estirar más mi sueño.
El sol hace ya rato que ha salido majestuoso por el horizonte. Aquí amanece muy temprano y anochece muy pronto también, lo cual crea en nosotros una sensación rara, por cuanto estamos acostumbrados a que cuando anochece tan pronto, todo va acompañado de un frío intenso y un sol más mortecino.
Aquí estamos al final del otoño, y las tiendas muestran en su esplendor la ropa de invierno en sus escaparates. Sin embargo, la temperatura es como si estuviéramos a principios de septiembre en Barcelona…
Ayer tuve mi momento Lost in Traslation… cuando por la tarde, después de una efímera siesta, me puse a mirar por la ventana de la habitación, y vi que el mundo discurría a mis pies diligente, veloz… y yo me encontraba estático, fuera de honda, un espectador… desubicado… perplejo, distante… Luego más tarde, salimos a dar un paseo y todas estas sensaciones empezaron a diluirse, pero cuando acabo de llegar a un lugar tan distante en todos los aspectos del mío no puedo dejar de sentirme en algunos momentos como un pulpo en un garaje…
El concepto de ciudad aquí es distinto al nuestro. Aquí el orden de prioridades es otro, y se priman otras cosas que en Europa… La estética de los edificios, las aceras, los acabados… todo eso pasa a un segundo plano. Sin embargo, el tráfico es funcional, sin los enormes atascos de nuestras ciudades, la gente es más ágil al volante…
Se aprecia un antiguo esplendor venido a menos… La mayoría de los edificios son viejos, descuidados, como si una vez construídos en una época de prosperidad y de un crecimiento desorganizado, no hubieran tenido ni tiempo ni dinero para mantenerlos.
Hoy vamos a intentar organizar alguna excursión para conocer un poco más este estado, esta tierra que muestra por todos lados sus heridas abiertas a vista de pájaro, unos agujeros inmensos de donde durante años se han extraído diferentes cosas… piedras preciosas, minerales, rocas… Pústulas incurables en una inmensidad de verde, señas evidentes de la voracidad y la ambición sin límites del ser humano.
DON JUAN. DIARIO DE UN NÁUFRAGO. 54
Son las 3.36 de la madrugada… o las 10.36 de la noche… no lo sé. Ése es un ejercicio íntimo que todo viajero realiza en algún momento en medio del trayecto, cuando se mete semejante atracón de kilómetros y va hacia el este o el oeste en un avión
Estamos en medio del océano atlántico… a cientos de kilómetros de cualquier atisbo de tierra, en un avión repleto de gente que a estas horas maldormita en sus espartanas butacas. Yo he consumido ya mi bonus de sueño, que no suele ir más allá de la hora y media. Sé que ya no dormiré más, pero extrañamente me siento muy fresco… demasiado. Envidio a Xavi que, a mi lado, hace más de dos horas que duerme y por su rostro relajado y plácido, creo que tiene intención de pasar todo el viaje en los brazos de Morfeo. Mejor para él… para Xavi me refiero… y para todos aquellos que pueden permitirse o tienen la capacidad de poder descansar en estas condiciones infrahumanas… estas galeras del siglo XXI que por no permitirte, no te permiten ni remar.
El cielo hasta ahora está tranquilo y el viaje discurre plácido, con una luna llena que ilumina un mar enorme apenas manchado por una cuantas nubes ocasionales. Uno se plantea lo inmenso de ese mar plateado que transcurre por debajo nuestro. Ese todo, esa masa ingente que desde once mil metros de altura pierde la apariencia de mar y se asemeja más a un desierto indefinido. Y pienso que millones de seres viven allí abajo… Estarán durmiendo la noche de los humanos? Y recuerdo lo que dicen las noticias, que estamos esquilmando los fondos marinos y acabando con los bancos de peces… Realmente somos unos bestias… Yo no atisbo más que agua desde este atalaya en el que me encuentro, miles y miles de kilómetros cuadrados de un fondo de unos miles de metros de profundidad con todo lo que ello debe albergar de vida, y nosotros nos lo estamos cargando…
Cuando viajas de noche en avión y disfrutas de luna llena, puedes ver perfectamente las alas del aparato, y lo que queda desnudo es el resto del cielo, que por efecto de la luz inmensa que nuestro querido satélite regala al universo, se ve despojado de todos esos puntitos luminosos que de otro modo estarían ahí, tintineando hasta que el sol asomara su cabeza por el horizonte.
Nos dirijimos a Sao Paulo, donde cambiaremos de avión, para ir a Belo Horizonte. Esta última, ciudad del estado brasileño de Minas Gerais, marca el inicio del sur de Brasil, lo que quiere decir de la parte más rica del país mas grande de Sudamérica y uno de los más grandes del mundo. Esa zona, como su nombre indica, se enriqueció durante muchos años con la industria de la minería que extraía cantidades ingentes de piedras preciosas. Belo Horizonte, tiene una población aproximadamente como Madrid, y un clima templado, con inviernos muy suaves.
Se organiza cada año un festival de teatro de Bonecos (títeres) con una programación muy buena, con compañías de todo el mundo.
Lo dirijen Lelo y Adriana, dos amigos de esos que han confiado en mí y en el Don Juan desde mucho antes de nacer. En cuanto supieron que estaba montando algo, no dudaron en invitarme, y eso se lo agradezco profundamente. Es un festival que mueve mucho público y que tiene una repercusión destacable entre los medios de comunicación, lo que hace que, si las cosas salen bien, podamos seguir ampliando nuestro dosier de prensa.
Nosotros llegaremos el miércoles y no actuamos hasta el viernes, por lo que tendremos la oportunidad de sacudirnos las molestias que acarrea el cambio de horario, esa sensación tan molesta que te hace despertar a cualquier hora de la noche y te deja insomne durante unas cuantas jornadas. Si todo está en orden, nos tomaremos estos días de turismo.
El vuelo se está revolviendo un poco. He dejado de ver el tapete plateado que hace unos minutos veía, y el avión empieza a renquear por efecto de las tirbulencias… No puedo dejar de pensar en que hace unos días, justo en esta zona, se calló un avión por causas que aún se desconocen… Y uno, en estos momentos, se pone en la piel de aquella gente y se imagina lo que pudo ocurrir… Ya sé que no es un ejercicio muy recomendable, el mismo ejercicio podría hacerse cuando alguien se desplaza en coche (estadísticamente, es mucho más posible que te mates en un coche que en un avión), y que las probabilidades de que tengamos un accidente en la misma zona y con el mismo aparato (que lo es) y volando hacia el mismo pais, son ínfimas… pero a mí me da cierto cague.
La cabina está a oscuras y casi todos siguen durmiendo. Yo he tratado de ver alguna de las películas que ofrecen, pero sólo están en versión portuguesa o francesa… y es un poco peñazo…
Hasta ahora conservamos todas las maletas y, salvo en el primer trayecto a Lisboa en el viaje de ida, no parece que las maltraten demasiado. Veremos qué pasa al final.En fin, voy a tratar de relajarme un rato, a ver si consigo pegar ojo
Estamos en medio del océano atlántico… a cientos de kilómetros de cualquier atisbo de tierra, en un avión repleto de gente que a estas horas maldormita en sus espartanas butacas. Yo he consumido ya mi bonus de sueño, que no suele ir más allá de la hora y media. Sé que ya no dormiré más, pero extrañamente me siento muy fresco… demasiado. Envidio a Xavi que, a mi lado, hace más de dos horas que duerme y por su rostro relajado y plácido, creo que tiene intención de pasar todo el viaje en los brazos de Morfeo. Mejor para él… para Xavi me refiero… y para todos aquellos que pueden permitirse o tienen la capacidad de poder descansar en estas condiciones infrahumanas… estas galeras del siglo XXI que por no permitirte, no te permiten ni remar.
El cielo hasta ahora está tranquilo y el viaje discurre plácido, con una luna llena que ilumina un mar enorme apenas manchado por una cuantas nubes ocasionales. Uno se plantea lo inmenso de ese mar plateado que transcurre por debajo nuestro. Ese todo, esa masa ingente que desde once mil metros de altura pierde la apariencia de mar y se asemeja más a un desierto indefinido. Y pienso que millones de seres viven allí abajo… Estarán durmiendo la noche de los humanos? Y recuerdo lo que dicen las noticias, que estamos esquilmando los fondos marinos y acabando con los bancos de peces… Realmente somos unos bestias… Yo no atisbo más que agua desde este atalaya en el que me encuentro, miles y miles de kilómetros cuadrados de un fondo de unos miles de metros de profundidad con todo lo que ello debe albergar de vida, y nosotros nos lo estamos cargando…
Cuando viajas de noche en avión y disfrutas de luna llena, puedes ver perfectamente las alas del aparato, y lo que queda desnudo es el resto del cielo, que por efecto de la luz inmensa que nuestro querido satélite regala al universo, se ve despojado de todos esos puntitos luminosos que de otro modo estarían ahí, tintineando hasta que el sol asomara su cabeza por el horizonte.
Nos dirijimos a Sao Paulo, donde cambiaremos de avión, para ir a Belo Horizonte. Esta última, ciudad del estado brasileño de Minas Gerais, marca el inicio del sur de Brasil, lo que quiere decir de la parte más rica del país mas grande de Sudamérica y uno de los más grandes del mundo. Esa zona, como su nombre indica, se enriqueció durante muchos años con la industria de la minería que extraía cantidades ingentes de piedras preciosas. Belo Horizonte, tiene una población aproximadamente como Madrid, y un clima templado, con inviernos muy suaves.
Se organiza cada año un festival de teatro de Bonecos (títeres) con una programación muy buena, con compañías de todo el mundo.
Lo dirijen Lelo y Adriana, dos amigos de esos que han confiado en mí y en el Don Juan desde mucho antes de nacer. En cuanto supieron que estaba montando algo, no dudaron en invitarme, y eso se lo agradezco profundamente. Es un festival que mueve mucho público y que tiene una repercusión destacable entre los medios de comunicación, lo que hace que, si las cosas salen bien, podamos seguir ampliando nuestro dosier de prensa.
Nosotros llegaremos el miércoles y no actuamos hasta el viernes, por lo que tendremos la oportunidad de sacudirnos las molestias que acarrea el cambio de horario, esa sensación tan molesta que te hace despertar a cualquier hora de la noche y te deja insomne durante unas cuantas jornadas. Si todo está en orden, nos tomaremos estos días de turismo.
El vuelo se está revolviendo un poco. He dejado de ver el tapete plateado que hace unos minutos veía, y el avión empieza a renquear por efecto de las tirbulencias… No puedo dejar de pensar en que hace unos días, justo en esta zona, se calló un avión por causas que aún se desconocen… Y uno, en estos momentos, se pone en la piel de aquella gente y se imagina lo que pudo ocurrir… Ya sé que no es un ejercicio muy recomendable, el mismo ejercicio podría hacerse cuando alguien se desplaza en coche (estadísticamente, es mucho más posible que te mates en un coche que en un avión), y que las probabilidades de que tengamos un accidente en la misma zona y con el mismo aparato (que lo es) y volando hacia el mismo pais, son ínfimas… pero a mí me da cierto cague.
La cabina está a oscuras y casi todos siguen durmiendo. Yo he tratado de ver alguna de las películas que ofrecen, pero sólo están en versión portuguesa o francesa… y es un poco peñazo…
Hasta ahora conservamos todas las maletas y, salvo en el primer trayecto a Lisboa en el viaje de ida, no parece que las maltraten demasiado. Veremos qué pasa al final.En fin, voy a tratar de relajarme un rato, a ver si consigo pegar ojo
lunes, 8 de junio de 2009
DON JUAN. DIARIO DE UN NÁUFRAGO. 53
Octava actuación
¡Qué faácil es meter la pata, aunque estés concentrado a tope!
Esta segunda actuación se presentaba mucho mejor que la primera.
Habíamos reenfocado, retocado memorias y acabado de situar la escenografía. Tuvimos tiempo para probar cosas, para calentar bien, para concentrarse. Sabíamos que el teatro iba a estar lleno... casi 400 personas.
Todo estaba en su sitio, repasado mil veces para evitar sorpresas.
La función se retrasó un cuarto de hora porque había otra actuación que debía acabar en otro lugar...
Todo estaba listo, cuando me preguntan si podemos empezar.
Yo asiento y me dirijo rápido a mi sitio, veo que la muerte y el bebé están en su sitio, pero hay una puerta en el escenario que deja entrar luz... Voy a cerrarla... Mierda, en ese momento empieza a sonar la música y se empieza a apagar la luz... Vuelvo rápido al sitio y apenas tengo tiempo de calzarme la muerte cuando se hace oscuro del todo... Voy a coger el bebé para colocarlo... oh no!! no lo encuentro, lo busco con calma... lo acababa de ver hacía 30 segundos... me agacho palpando el suelo... la música está avanzada y yo debería estar en el escenario colocando el niño... me quito la muerte para palpar con las dos manos... no lo noto... me desespero... no puede ser, estaba aquí... en mi nerviosismo me doy cuenta que me he ido arrastrando a gatas hasta entrar un par de metros en la escena... por suerte el público no ve nada deslumbrados aún por la luz de sala que acaban de apagar... empiezo a pedirle al técnico de escenario, que se ha acercado al ver que algo no va, que me de una linterna... me da un móvil... en mi búsqueda por el suelo le doy un manotazo al jarro metálico que rueda con el consiguiente ruido... finalmente, ayudado por la escasa claridad del teléfono, lo encuentro... en su sitio, esperando complacido a que lo entre en escena... me calzo la muerte... salgo corriendo y llego con la luz ya encendida ante el asombro de Xavi que no sabe qué hacer, si quitarla o qué... pongo al bebé... me arrodillo entro la muerte... y joder... con las prisas se le había caído la capucha... ya es tarde... la muerte mostrará desde el principio su alopecia total... respiro y tiro... El resto de la función sale perfecta.... Y a mí, no me volverá a pasar eso... Nunca más daré el OK para empezar hasta que no esté en mi sitio y con los muñecos en la mano.
Después de la función, todo son parabienes...
Y estoy muy contento porque de nuevo constato que el trabajo de todos es valorado: la dirección, la construcción de los títeres, la escenografía, la música, la luz... hay felicitaciones para todos... Y yo, desde aquí os las transmito. Soy muy afortunado por haber contado con unos profesionales como vosotros!!!! María, Paco, Martí, Xavier, Fio, Pep, Armand, Susana, Ingrid, Annabel, Dolça, Laura, Màrcia, Albert... muchas, muchas gracias!!! Me gustaria que hubiérais estado aquí para disfrutarlo.
Alguien, de reputada opinión, me cuestionó ayer que usara las proyecciones... por el formato... porque rompía la estética global... y proponía alguna solución más rudimentaria (sombras con velas, o algo por el estilo...) Agradecí su opinión, la cual comparto en parte... Pero sólo pude contestar que estoy muy orgulloso con esa escena, que aporta un cambio, una rotura de ritmo estético (por otro lado bastante lineal...) y que fue mi elección, aún y a sabiendas que no sería del gusto de todos. También le aducí una razón poderosa... la expresividad de las actrices que aparecen no las cambiaría nunca por todas las sombras sugerentes del mundo!
Cierro el ordenador y cojo las maletas.
Nos vamos al aeropuerto.
Mañana estaremos en Brasil, y volverá a empezar todo.
¡Qué faácil es meter la pata, aunque estés concentrado a tope!
Esta segunda actuación se presentaba mucho mejor que la primera.
Habíamos reenfocado, retocado memorias y acabado de situar la escenografía. Tuvimos tiempo para probar cosas, para calentar bien, para concentrarse. Sabíamos que el teatro iba a estar lleno... casi 400 personas.
Todo estaba en su sitio, repasado mil veces para evitar sorpresas.
La función se retrasó un cuarto de hora porque había otra actuación que debía acabar en otro lugar...
Todo estaba listo, cuando me preguntan si podemos empezar.
Yo asiento y me dirijo rápido a mi sitio, veo que la muerte y el bebé están en su sitio, pero hay una puerta en el escenario que deja entrar luz... Voy a cerrarla... Mierda, en ese momento empieza a sonar la música y se empieza a apagar la luz... Vuelvo rápido al sitio y apenas tengo tiempo de calzarme la muerte cuando se hace oscuro del todo... Voy a coger el bebé para colocarlo... oh no!! no lo encuentro, lo busco con calma... lo acababa de ver hacía 30 segundos... me agacho palpando el suelo... la música está avanzada y yo debería estar en el escenario colocando el niño... me quito la muerte para palpar con las dos manos... no lo noto... me desespero... no puede ser, estaba aquí... en mi nerviosismo me doy cuenta que me he ido arrastrando a gatas hasta entrar un par de metros en la escena... por suerte el público no ve nada deslumbrados aún por la luz de sala que acaban de apagar... empiezo a pedirle al técnico de escenario, que se ha acercado al ver que algo no va, que me de una linterna... me da un móvil... en mi búsqueda por el suelo le doy un manotazo al jarro metálico que rueda con el consiguiente ruido... finalmente, ayudado por la escasa claridad del teléfono, lo encuentro... en su sitio, esperando complacido a que lo entre en escena... me calzo la muerte... salgo corriendo y llego con la luz ya encendida ante el asombro de Xavi que no sabe qué hacer, si quitarla o qué... pongo al bebé... me arrodillo entro la muerte... y joder... con las prisas se le había caído la capucha... ya es tarde... la muerte mostrará desde el principio su alopecia total... respiro y tiro... El resto de la función sale perfecta.... Y a mí, no me volverá a pasar eso... Nunca más daré el OK para empezar hasta que no esté en mi sitio y con los muñecos en la mano.
Después de la función, todo son parabienes...
Y estoy muy contento porque de nuevo constato que el trabajo de todos es valorado: la dirección, la construcción de los títeres, la escenografía, la música, la luz... hay felicitaciones para todos... Y yo, desde aquí os las transmito. Soy muy afortunado por haber contado con unos profesionales como vosotros!!!! María, Paco, Martí, Xavier, Fio, Pep, Armand, Susana, Ingrid, Annabel, Dolça, Laura, Màrcia, Albert... muchas, muchas gracias!!! Me gustaria que hubiérais estado aquí para disfrutarlo.
Alguien, de reputada opinión, me cuestionó ayer que usara las proyecciones... por el formato... porque rompía la estética global... y proponía alguna solución más rudimentaria (sombras con velas, o algo por el estilo...) Agradecí su opinión, la cual comparto en parte... Pero sólo pude contestar que estoy muy orgulloso con esa escena, que aporta un cambio, una rotura de ritmo estético (por otro lado bastante lineal...) y que fue mi elección, aún y a sabiendas que no sería del gusto de todos. También le aducí una razón poderosa... la expresividad de las actrices que aparecen no las cambiaría nunca por todas las sombras sugerentes del mundo!
Cierro el ordenador y cojo las maletas.
Nos vamos al aeropuerto.
Mañana estaremos en Brasil, y volverá a empezar todo.
sábado, 6 de junio de 2009
DON JUAN. DIARIO DE UN NÁUFRAGO. 52
Séptima función
Evora es una ciudad preciosa patrimonio de la humanidad situada al sur de Portugal, a escasos kilómetros de Badajoz.
Entre sus encaladas calles y plazas y sus empedradas aceras, uno encuentra lugares fantásticos para perderse, sobretodo al atardecer, cuando todo resplandece de manera especial por la blancura de los edificios.
Evora organiza desde hace 11 ediciones una bienal de teatro de títeres. Los organizadores son una compañía de actores, que hace más de treinta años que corren por el mundo representando un espectáculo de títeres clásico rescatado de la tradición popular.
Este festival es de esos que ponen mucho empeño en el encuentro entre profesionales, en el intercambio, en la convivencia. Las compañías comparten muchos momentos, comidas, cenas, fiestas…
Uno recupera la sensación maravillosa de que, más allá de la actuación, del encuentro con el público, esta es una profesión de familia, de amigos, de buen rollo…
Evora goza de un teatro fantástico, todo de madera, con cuatro pisos de altura, con sus palcos, su moqueta roja. Un teatro de aquellos que anteponen la comodidad para ver un espectáculo, a los grandes diseños espaciales pero muy poco funcionales al final.
Este era un nuevo reto para nosotros.
Un escenario enorme, con muchos metros de boca, y mucha altura.
De nuevo la maldición de los montajes difíciles salió a nuestro encuentro.
Tuvimos que compartir montaje con otra compañía y esto lo complicó todo. Al final, estábamos retocando focos hasta el momento de la actuación. Sin tiempo para probar nada, sin tiempo para calentar… y claro, luego hubo problemas…
Problemas técnicos, problemas de ritmo, problemas físicos (mi hombro!!!), de voz, etc…
Fue una de aquellas funciones en las que aprietas los dientes, te armas de valor y tiras haciendo todo lo mejor que puedes… O recuerdas. Porque llevábamos casi tres semanas sin actuar, sin refrescar y estábamos bastante enquilosados.
Pero tambien hubo cosas positivas. El público de este festival es fantástico, entregado, relajado y siempre dispuesto a disfrutar y a mostrarlo, aunque se perdieran muchos detalles por problemas del idioma, y la hora de la función fuera la 23:30... Fue el público más riente de todos los que hemos tenido, que disfrutaban de las sutileza del texto y los requiebros de la dramaturgia…
Al final, a pesar de todo, las cosas salieron, y salvamos la situación.
La conclusión más importante que saco de esta función, es que me va a tocar cuidarme siempre, sobretodo en los periodos en que no haya función, a nivel físico y a nivel voz, porque los parones se notan mucho.
Este verano largo que nos espera sin trabajo, voy a tener que cuidarme y hacer bondad.
Evora es una ciudad preciosa patrimonio de la humanidad situada al sur de Portugal, a escasos kilómetros de Badajoz.
Entre sus encaladas calles y plazas y sus empedradas aceras, uno encuentra lugares fantásticos para perderse, sobretodo al atardecer, cuando todo resplandece de manera especial por la blancura de los edificios.
Evora organiza desde hace 11 ediciones una bienal de teatro de títeres. Los organizadores son una compañía de actores, que hace más de treinta años que corren por el mundo representando un espectáculo de títeres clásico rescatado de la tradición popular.
Este festival es de esos que ponen mucho empeño en el encuentro entre profesionales, en el intercambio, en la convivencia. Las compañías comparten muchos momentos, comidas, cenas, fiestas…
Uno recupera la sensación maravillosa de que, más allá de la actuación, del encuentro con el público, esta es una profesión de familia, de amigos, de buen rollo…
Evora goza de un teatro fantástico, todo de madera, con cuatro pisos de altura, con sus palcos, su moqueta roja. Un teatro de aquellos que anteponen la comodidad para ver un espectáculo, a los grandes diseños espaciales pero muy poco funcionales al final.
Este era un nuevo reto para nosotros.
Un escenario enorme, con muchos metros de boca, y mucha altura.
De nuevo la maldición de los montajes difíciles salió a nuestro encuentro.
Tuvimos que compartir montaje con otra compañía y esto lo complicó todo. Al final, estábamos retocando focos hasta el momento de la actuación. Sin tiempo para probar nada, sin tiempo para calentar… y claro, luego hubo problemas…
Problemas técnicos, problemas de ritmo, problemas físicos (mi hombro!!!), de voz, etc…
Fue una de aquellas funciones en las que aprietas los dientes, te armas de valor y tiras haciendo todo lo mejor que puedes… O recuerdas. Porque llevábamos casi tres semanas sin actuar, sin refrescar y estábamos bastante enquilosados.
Pero tambien hubo cosas positivas. El público de este festival es fantástico, entregado, relajado y siempre dispuesto a disfrutar y a mostrarlo, aunque se perdieran muchos detalles por problemas del idioma, y la hora de la función fuera la 23:30... Fue el público más riente de todos los que hemos tenido, que disfrutaban de las sutileza del texto y los requiebros de la dramaturgia…
Al final, a pesar de todo, las cosas salieron, y salvamos la situación.
La conclusión más importante que saco de esta función, es que me va a tocar cuidarme siempre, sobretodo en los periodos en que no haya función, a nivel físico y a nivel voz, porque los parones se notan mucho.
Este verano largo que nos espera sin trabajo, voy a tener que cuidarme y hacer bondad.
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