domingo, 21 de marzo de 2010

DON JUAN. DIARIO DE UN NÁUFRAGO. 97

Cuadragésimo quinta actuación.

Murphy debía ser un tipo odioso. Me lo imagino solitario, del que la gente huía cambiándose de acera al encontrárselo por miedo a su mal fario.
Pero Murphy era un sabio. Murphy era ese que dijo que cuando estés actuando en un teatro con una extraordinaria proximidad con el público, en el momento más dramático de la función con el silencio más tenso... le sonará el teléfono móvil con el politono más estridente de los posibles a la persona más lenta de las 100 que haya en la sala... y la que esté más cerca de ti, a escasos 2 metros, que mientras busque parsimoniosamente su escandaloso cacharro en el bolso pondrá cara de decir: ¡¡pues no va este tío y se pone a actuar mientras suena mi móvil!!

No se como describir la sensación que he tenido en ese momento: intentaré ser gráfico. Es como ese niño que con tesón y mucho esfuerzo consigue hinchar un globo y cuando ya lo tiene perfecto, tenso y redondo y se lo va a enseñar a su mamá... alguien le da un golpe en el brazo y el globo se escapa dejando salir todo el aire con un sonido tipo brrfrrfrrrfrrrffrrrfrrffr....
Yo era ese niño, y el globo era el público, tal cual. He sentido claramente como en ese preciso instante en que ha sonado el infausto aparato, las 99 personas del público al unísono han hecho: brrfrrfrrrfrrrffrrrfrrffr....! y toda la tensión dramática conseguida con esfuerzo durante una hora de espectáculo, se ha desparramado por los rincones de la sala... Y luego, ala... empieza a soplar de nuevo... Hay que joderse... y que viva Murphy! aunque yo me cambiaré de acera si me lo encuentro...

Esta escena, desgraciadamente bastante cotidiana en nuestros teatros, ha transcurrido hoy en la Sala Planeta de Girona, un teatro especialísimo que no se merecía ese, por otro lado, anecdótico acontecimiento. Un teatro con el encanto de las salas regentadas por una compañia, por gente de la profesión, donde cada cosa está en su sitio y donde uno se encuentra supercómodo. Además he tenido la suerte de visitar todo el edificio y me ha encantado la sala de ensayos en la planta superior... A uno le dan ganas de ponerse a ensayar en ese preciso momento lo que sea.
Una sala, de las llamadas alternativas, aunque si eso es la alternativa para qué quiero yo las principales...
Un teatro fantástico donde es muy fácil sentirse a gusto actuando, por muchos móviles que suenen en el peor momento... Y donde he conocido gente de teatro y para el teatro, de esa que dignifica la profesión con su esfuerzo y con su talento. Este teatro se me ocurre como un pequeño Lliure, donde el público se conoce, donde estoy seguro que cada uno tiene su silla preferente, y donde el nivel de exigencia debe ser muy alto.
Toda una casa de teatro con mayúsculas donde huele a teatro por todos los rincones.
De los mejores sitios donde olvidársete desconectar el teléfono, sin duda...

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