lunes, 15 de marzo de 2010

DON JUAN. DIARIO DE UN NÁUFRAGO. 92

Cuadragésimo tercera actuación.

Y bien, los mimos han funcionado o el catarro ha remitido. El caso es que la voz ha reaparecido y la función ha sido una gozada. No hay como sufrir en una función para que la siguiente, solventados los problemas, se convierta en un festín del goce.

A veces nos olvidamos de lo importante que es el cuerpo y la voz en nuestro trabajo y los descuidamos alegremente... y cuando fallan nos damos cuenta de si ellos fallan NO SOMOS NADA.

Así que hoy en Sant Boi se ha dado esa confluencia de circunstancias (voz recuperada, una luz mágica, una escenario a medida, un público entregado...) para que la representación brillara en todo su esplendor. Ni siquiera mis exudaciones nasales, leve pero cruel recuerdo de los días de catarro pasados, han conseguido impedirme pasármelo en grande en Can Massallera.
Tampoco faltó a la cita la Dama del Caramelito... (¿será la misma que nos sigue en toda la gira...?).... Ayer amenizó con su sinfonía de crujiditos la primera escena de la obra (mal menor, tengo que decir) y además, adornó con algún que otro comentario privado (o al menos esa era su intención, lo de la privacidad digo) algún pasaje del espectáculo.
Siento reiterarme, pero no deja de ser una tentación para mí referirme a estos sucesos que me acompañan en algunas funciones. Y lo de la necesidad de comentar lo que se está viendo, costumbre que tiene sus orígenes en la película domingo tarde en el sofá, es algo que me fascina.
No negaré que es molesto, pero no deja de tener su encanto, como cuando la señora A (sí, es cierto, siempre hago referencia a las señoras, y no es que los señores estén más calladitos, es que el público de teatro y más el que coincide con el fútbol, es mayoritariamente de señoras... y gracias por venir, que conste), no deja de tener su encanto decía, cuando la señora A le dice a la señora B: "Va a matar el conejo..." (esto lo acompaña con una carcajadita entrañable)... y la señora B le contesta: "Pero si ese conejo está muerto..." (ofendida porque el actor ha sacado un conejo de mentira... y encima ya muerto...). Ya lo dije pero lo repito: son cosas molestas, no lo niego, pero nacen de la inocencia y la pasión por lo que se está viendo y forman parte de este nuestro mundo de los comediantes... Y doy gracias porque tengo la oportunidad de vivirlo... y contarlo.

De ayer destacaría la soberana ostia que me di en la escena de las creencias, cuando caigo al suelo con Don Juan en brazos... Esta escena es difícil, porque es complicado simultanear el texto, con la manipulación, la coreografía de los movimientos y la frescura en la caída... Y a menudo siento que no queda muy natural. Pero ayer me di tal batacazo que pensé: "Ya está. Te has roto el codo y no lo notarás hasta que se acabe la función cuando te baje la adrenalina..." Afortunadamente no fue así, pero el trompazo creó un silencio que me pareció que más de uno creyó que la función se acababa ahí mismo. Y luego me comentaron que nuestra encantadora señora del caramelito aprovechó los segundos de silencio para comentar: "Ahora sí que lo ha matao...".

Y mira...

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