sábado, 19 de junio de 2010

DON JUAN. DIARIO DE UN NÁUFRAGO. 118

Quincuagésimo sexta actuación.

Ayer volvimos a actuar a sala llena. Hay veces en que las energías se vuelven caprichosas y hacen que una función descurra de un modo u otro sin poderse predecir. En la primera escena pensé que iba a tener una representación difícil. Nuestra amiga tosedora parece que decidió seguirnos hasta Brasil para adornar con sus espasmódicos ruidos la escena de la confesión. Juro que intentaba dejar espacios para que sus toses no coincidieran con mis frases, de manera que el público pudiera seguir el diálogo sin perderse nada. Pero la bendita tísica se empeñó una y otra vez en intentar escupir sus pulmones cada vez que yo hacía intención de hablar. Estaba en la iglesia… y tenía ganas de soltar la blasfemia más grande que jamás se haya oído en un escenario mientras le hacía beber una botella de ácido clorhídrico a la buena dama, a ver si así se le pasaba el puto picorcillo… Pero mira por dónde que una vez que escupió sus bronquios, la señora no volvió a dar señales de vida… A partir de ahí, el público decidió que el espectáculo tenía que ser una comedia, riendo a cada giro que conllevara algo semejante al humor… Si ayer hubiera tenido que representar una obra cómica, es posible que más de uno hubiera muerto ahogado por sus risas. Qué deseos de reir, por Dios… Y eso fue buenísimo para el espectáculo porque hizo que la gente se familiarizara con los personajes y las situaciones en seguida… Poco a poco el drama fue ganando terreno, pero no se convirtió en eso tan tenso en que a veces se convierte el espectáculo, porque en cualquier momento la gente encontraba motivos para reir de nuevo…

Y qué calor!!! Hacía tiempo que no sudaba tanto el hábito…

Hoy nueve horas y tres aviones para hacer un trayecto equivalente a Bcn-Madrid… Cosas de los billetes baratos.


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