viernes, 18 de junio de 2010

DON JUAN. DIARIO DE UN NÁUFRAGO. 111

Quincuagésimo quinta actuación.

Por fin llegó el día de actuación! Estaba ya harto de no hacer nada en esta ciudad... comer dormir...
Ayer recordé cosas. Xavi y yo hicimos esa depuración que tan bien nos viene una vez al año en la que descubrimos verdaderamente lo esencial para actuar. Aquí en Brasil (y teniendo en cuenta que este es uno de los festivales más importantes del país), los medios son otros, el ritmo es otro... y la implicación es otra. De ese modo debes amoldarte a las circunstancias y ser tú el que se adapte. Nada es sencillo aquí. Pedir un foco más, o un lugar para colgar algo, o cualquier cosa sencilla que puedas necesitar, no es tarea fácil. Eso sí: su precariedad en cuanto a medios es substituída por una voluntad de ayudar y unas ganas de hacer bien las cosas encomiable. En Europa, por regla general, contamos con todos los medios; aquí cuentan con toda la entrega y el esfuerzo.

El espectáculo crece en Brasil. Crece porque aflora la esencia; crece porque el texto pierde fuerza pero el gesto gana presencia; crece porque la escucha es diferente... Y crece por que la entrega del público (sala llena a rebosar) es mayúscula. Así, el público se mete hasta las trancas, y eso se nota en las risas en algunos momentos en los que normalmente no ríe el público hispano, que disfruta escuchando el texto y lo comprende en toda su dimensión.

Recordamos también la manera tan curiosa de aplaudir que tiene el público brasileño. En cuanto acaba la función, toda la audiencia se pone en pie entusiasmada aplaudiendo con fervor y lanzando vítores ante lo que parece un triunfo absoluto, pero curiosamente, a la que uno se gira para salir de escena después del primer saludo, todos dejan de aplaudir de golpe y empiezan a desfilar hacia la calle... Eso es algo muy particular de aquí, en ningún otro país sucede. Uno puede normalmente calcular según la intensidad de los aplausos cuántas veces va a salir a saludar, pero aquí, si realmente quieres disfrutar de unos largos aplausos y honrar a todos los colaboradores (técnico, escenógrafo, iluminador...), más vale que lo hagas la primera vez que sales a saludar porque luego ya no podrás.

Ayer tuvimos en primera fila a toda la compañía de Marta Carrasco que venían a actuar aquí también con su Dias Irae, y ellos, al modo europeo, se quedaron aplaudiendo y gritando después del primer saludo, por lo que tuve que salir a saludar una segunda vez, algo inusitado aquí, ante la atónita mirada del público que ya desfilaba... Nada como los colegas en primera fila.

Fue una suerte encontrarlos y salir a cenar con ellos luego, y una pena no poderles devolver hoy la visita porque estaremos desmontando...

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