sábado, 20 de febrero de 2010

DON JUAN. DIARIO DE UN NÁUFRAGO. 83

Trigésimo quinta actuación.

No, no y no. No me gusta esta corriente que se ha impuesto rotundamente en la que si no tienes el DVD del espectáculo completo, los programadores no quieren saber nada de ti.
Ya sé que cuesta salir a ver espectáculos, desplazarse a festivales o a otros teatros para ver algo que te han recomendado o del que has visto unas fotos o un trailer. Pero señor@s programador@s: ese es su trabajo. También sé que en muchos casos ese trabajo está mal remunerado: pero es el que ustedes han elegido. Y nunca, por mucho que digan, nunca podrán adivinar la grandeza de un espectáculo a través de un video: NUNCA.
Le propuse a Alain, mi amigo y distribuidor en Francia, subtitular el DVD y enviárselo para que le ayudara en la venta. Su respuesta fue tajante: en Francia nadie te programa si no te ha visto: el video no sirve de nada. Pero claro, Francia es otro país, y allí todos los programadores viajan constantemente para ver decenas de espectáculos al año y así elaborar sus programaciones. Supongo que a ellos sí que los remuneran como debe de ser...
Esta manera de contratar según lo que ves a través de la fría pantalla de TFT o Plasma... No me gusta, porque hay espectáculos que no entran bien en ese formato de grabación en directo y necesitan, para transmitir algo parecido a lo que trasmite en directo, un movimiento de cámara y una libertad que una función no te permite. Y claro, ¿qué sucede? Pues sucede que los espectáculo con más medios, o los espectáculos que encajan más en ese formato se llevan el gato al agua. Me he resistido hasta ayer a grabarlo íntegro, pero empujado por algún distribuidor y muchos programadores, y con la idea de que la grabación me sirva para mi videocurrículum, ayer lo grabé en el teatro de Ripollet, con dos cámaras.
Como era de prever, la función no me dejó nada contento. Cometí errores de concentración, de colocación, de ritmo... Y ahora mi flamante DVD va a perpetuar esos errores de por vida.
No tengo ningunas ganas de verlo, y si me dejara llevar por mi deseo actual, lo enviaría directamente a aquellos que me lo han solicitado, sin ni siquiera repasarlo...
Odio tener que pudrir un espectáculo creado y nacido para el directo entre las 720 o 1024 líneas de un estúpido aparato electrónico. Lo odio, lo odio y lo odio. Si hay que grabarlo, pues de acuerdo: hagámoslo jugando con todas las reglas del formato en cuestión. Movamos la cámara, acerquémonos hasta planos cortísimos, busquemos miradas escondidas y repitamos planos tantas veces como queramos hasta encontrar el sentido, el ritmo, la fuerza y la poesía que queremos conseguir. Iluminemos y sonoricemos para el caso, y entonces sí. Entonces habremos jugado con todas las armas del lenguaje televisivo o cinematográfico.
Ayer me pasé el rato más pendiente de como quedaría la grabación que de la función en sí... Qué horror...
Además, los poquitos espectadores que acudieron (lluvia a saco una hora antes de la función) y los comentarios entre ellos durante algunos momentos de la obra (señor@s espectador@s, por favor, durante la función NO SE HABLA!) tampoco ayudaron a poner el ambiente a tope...
En este punto, es de agradecer y mucho a la Asociación de Espectadores del Teatre del Mercat Vell de Ripollet, su apuesta por una obra de teatro profesional NO MEDIÁTICA, aún a sabiendas del riesgo que ello conlleva. Todas las demás obras del cartel eran obras con actores televisivos, de esas que movilizan al público (sobretodo a la gente mayor) sólo para ver a Silvia Munt, el mag Lari o la corte de actores fijos de las teleseries de TV3 de turno. Y por ello, agradezco sinceramente a Eulàlia y Co. su apuesta por una compañía fuera de esos parámetros, con mucho amor por su trabajo, muchas horas de montaje... pero poca capacidad de convocatoria mediática... El esfuerzo que hacéis, aún a riesgo de encontraros con una sala casi vacía, es básico para nuestro mundo; para esa cantidad de compañías profesionales que vivimos modestamente de nuestro curro, y que no nos engañemos, somos la mayoría de la profesión.
Estoy convencido que vuestro esfuerzo, al final, obtendrá recompensa y a medio plazo, la sala se llenará de espectadores sea quien sea quien actúe, confiando en el buen criterio de los programadores.

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