domingo, 6 de diciembre de 2009

DON JUAN. DIARIO DE UN NÁUFRAGO. 72

Vigesimoséptima actuación.

Dicen que después de una mala acuación siempre viene una buena. No creo que sea una regla que se cumpla invariablemente en cualquier circunstancia. Sospecho que tiene que ver con la actitud que uno toma después de superar el mal trago de no estar a la altura... Esta vez me puse las pilas y estuve analizando por qué las cosas no habían salido del todo bien en Azuqueca. Estuve repasando el texto y cuidando hasta el último detalle (la luz, el sonido, el ritmo, la voz...).
Además esta era una actuación importante: Certamen Nacional de Teatro Garnacha en Haro, un festival de teatro con carácter competitivo al que acudiamos siete compañías de entre más de cien propuestas. Y nosotros vinimos gracias a Vicente, que nos vio en Alcalá de Henares y apostó fuerte por el Don Juan, a pesar de no tener un video del espectáculo con el que convencer a los otros ocho miembros de la comisión que decidía qué compañías accedían. Por tanto, y más allá del hecho de optar a un premio, debíamos hacerlo bien para dejar en buen lugar la confianza depositada en nosotros.
Un teatro a la italiana, con sus palcos y su corbata que nos ha obligado a actuar muy alejados del público. A pesar de eso, la acústica era extraordinaria y la voz ha llegado nítida a todos los rincones. Y no sólo eso, sino que mi sensación era que se me oía perfectamente. Eso te da una seguridad plena. Lo digo porque hay lugares donde, una vez acabada la función y con la voz rota de tanto chillar, el público te dice que se te oía muy bien... Pero como tú no tenías esa sensación...
En este caso, además, la escucha era tan profunda que cualquier tos de esas que nos acompañan en las funciones en esta época del año, se volvía molesta.
Un público muy atento, un poco cohibido diría (han reído sólo en una ocasión) que al final han aplaudido largamente aunque de manera relajada, sincera.
Un pedazo de placer haber pasado por aquí, sobretodo porque hemos tenido la ocasión de departir con algunos amigos que han asistido a la función, y se ha establecido una especie de coloquio en el que hemos tenido la ocasión de escuchar cómo ha recibido el público la actuación. Al abrigo de una copa hemos reído contando anécdotas y compartiendo risas e impresiones. Todos ellos grandes amantes del teatro que ven más espectáculos en un año que yo en toda mi vida... Espectadores "profesionales" a los que no se les da gato por liebre. Gente fantástica, de esas que te encuentras en ocasiones y que te hacen ver claramente que esta profesión vale la pena... a pesar de las quince horas que nos hemos tirado Xavi y yo dentro del teatro.
Ha sido una de las funciones más completas que recuerdo y tanto Xavi como yo nos hemos sentido muy a gusto. Es un placer cuando notas que cada frase, cada gesto, cada luz fluye en su ritmo justo....
Lo único que siento es no poder estar aquí la semana que viene para compartir con ellos una cena (de la cual espero descripción detallada del menú) y unos vinos de Rioja of course!, charlando de las satisfaciones y los sinsabores de este juego con el que nos ganamos la vida...
Gracias a todos ellos por sus cálidas palabras y por sus ánimos, que recargan las baterías de este Don Juan, ahora que está a punto de cumplir su trigésima representación.
A las tres de la madrugada y casi incapaz de controlar mis dedos que empiezan a vagar por el teclado del ordenador sin control, acaba este día maravilloso.

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