Trigésima actuación.
No sé qué decir... La actuación de ayer me dejo bastante triste... Sí ya sé que luego me tachan de pejigueras, tiquis miquis o cualquier otra expresión ridícula de ese tipo.
Ya sabía que esta actuación iba a ser difícil: Teatro Lara, a la noche, muy tarde (más tarde de lo previsto...), y un público integrado exclusivamente por profesionales del espectáculo, básicamente programadores... Joder, joder... La sala estaba helada a todos los niveles: temperatura, actuación, público, ánimo...
Ostia, qué hacer en esos casos. Seguro que qualquier actriz/tor puede contar una situación como la de ayer. Ni siquiera tenía un partenaire... (vivo) a quien echar mano para salir airoso. Sientes que luchas contra un muro de incomprensión, y te metes hasta el fondo en la obra intentando no acortar tiempos, respiraciones incluso réplicas, para darle ritmo a algo que se te ocurre lento e insufriblemente pesado... Pero no es justo... El espectáculo es el que es: sí señoras y señores, y me importa un pito que sea casi medianoche, que lleven cuatro espectáculos en el cuerpo y que haga un frío en esta sala que invite a arrebujarse en el anonimato de la oscuridad y echarse una siesta intentando acomodar las costillas en las centenarias butacas del teatro. Pero claro... creo que ese no es un buen punto de partida y acabas no creyéndote nada de lo que haces... Joder estaba tan fuera que ayer hubiera indultado al Padre Luis... Me lo cargué con una desgana que me pareció que no se moría nunca...
Cualquier mínimo imprevisto, la colocación de la cama, estar fuera de foco, un mínimo retraso, se me hacía un mundo que me restaba oxígeno y fuerza... Y sobretodo convicción: me pase toda la función fuera de Jacobo, deambulando de una escena a otra arrastrándome, sin fuerza, sin creérmelo... qué horror...
Pero claro, el teatro tiene estas cosas... Está vivo... Cada función es diferente... (Esto no es la tele, ni el cine...) Y ayer tocó arremangarse, y apretar los dientes. Creo que al fin y al cabo, a nadie nos apetecía estar allí... excepto a los amigos, claro está, que aguantaron nevadas, frío, retrasos, etc y allá estaban dispuestos a animarme y a darme su calor después de la función, con una preciosa sonrisa de oreja a oreja... Lo único bonito de la velada... Lástima que con los retrasos, ni siquiera pudimos ir a tomar una cerveza... que queda pendiente, claro...
Y es que a veces, me olvido de que en este trabajo, más que en ningún otro, lo importante es DIVERTIRTE!!!! Sea como sea.
La próxima, en El Escorial, a las 20.00 h. Y con un público dispuesto a entregarse y un actor con ganas de comerse el mundo! Seguro que será fantástico, ya lo veréis... Y luego a tomar unas birras para desquitarnos de tanta trascendentalidad...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Miquel, siento muchísimo que no pudiéramos quedarnos... Me quedé con las ganas, de verdad, y más viendo todo lo que has escrito. Te hubiera dicho cosas que quizás te habrían animado, como lo increíble que me parece que puedas mantener el gesto de Jacobo aunque sea Don Juan el que salga por tu boca, o lo bien que quedan los gemidos de la muerte entre frase y frase...
ResponderEliminarFue muy frío, y tarde (todos llevábamos mucho tute) pero como otra vez te dije, tú no tienes la culpa porque tu trabajo es el que es, y no tiene mancha.
Hablamos pronto, queda pendiente (seguro). El Escorial será mucho más bonito.
Un abrazo cálido.
Cris
Miquel, el público estaba frío, es cierto, pero las personas que me acompañaban y veían la obra por primera vez salieron tan maravilladas como yo lo hice cuando te descubrí en Segovia, allá en la primavera. El calor del público es fundamental, se transmite y siento que desde las butacas no llegaran nuestros ojos de entusiasmo al reencontrarnos con Don Juan, el padre Luis... Y la grandiosa muerte. Es necesario acudir al teatro dispuesta/o a dejarse envolver y transportar por la historia y tal vez ayer eso falló. Me quedó con el monólogo final, con el beso de la muerte, con la arena roja marcando el fin del tiempo en este mundo de ese Don Juan que fue tan creíble como siempre. Felicidades por la proeza de desdoblar tu personalidad en cuatro voces que al final son un clamor sobre la escena. Un abrazo de títere que te devuelva la sonrisa.
ResponderEliminarAlicia
Bueno... Muchas gracias. Lo dicho, lo mejor los amigos que al final siempre están ahí. Qué ganas de que llegue el 30 para reírnos de estas cosas juntos... Haré terapia con los bichos para que en el Escorial estén concentrados... Hasta entonces!! Besos!!
ResponderEliminarHola Miquel,
ResponderEliminarNo todos eramos profesionales del espectaculo, mi chica y yo nos colamos, para darte el apoyo de un publico menos frio, La verdad es que hacia un frio en la sala asesino, pero eso no me impidio disfrutar de la obra por segunda vez, ni me quito de las ganas de verte por tercera el otro dia en El Escorial esta vez arrastrando conmigo a todo familiar y amigo que se apunto... y como cada vez que te he visto todo el que me acompaño quedo boquiabierto y sin palabras... Aunque algo raro le paso a la muerte en el Escorial... debia ser el frio...
Un saludo.
Lucas
Lucas!! Muchas gracias hombre! Me hubiera gustado saludarte el sábado... Y darte las gracias personalmente por tan fiel seguimiento... Analizando las funciones que viste previamente, creo que lo extraño que notaste era la voz ronca y estentorea de la muerte. Es algo que vengo valorando y probando en diferentes actuaciones. La voz femenina me deja un poco frío... y la voz arrastrada y ronca me acerca demasiado a Don Juan... pero me seduce más una muerte menos dulce... al menos en su voz... porque eso le da más fuerza a la feminidad de su mano y a la finura de su figura...
ResponderEliminarLa próxima vez, por favor, espérate en la platea o pregunta por mí antes de marcharte... Me encantaría conocerte y presentarte a los muñecos personalmente. Un abrazo!.
Miquel.