domingo, 25 de octubre de 2009

DON JUAN. DIARIO DE UN NÁUFRAGO. 66

Vigésimoprimera actuación.

Por fin el estreno en catalán.
Alguien me preguntaba hace unas semanas el por qué de una versión en catalán de un mito tan español, teniendo en cuenta que en Catalunya se comprende el castellano...
No supe qué contestarle y pensando a posteriori llegué a la conclusión de que era por una razón básicamente: el hecho del autodestierro del personaje queda reforzado si añadimos la diferencia de lengua entre Don Juan y sus cuidadores. Me resultaba muy interesante esa diferencia que, más allá de la pura anécdota, me reportaba un contenido extra; un factor que evidenciaría más si cabe esa distancia entre los frailes, principalmente Jacobo (Jacob), y Don Juan. Por otro lado era dar una vuelta de tuerca a la dificultad y al reto, y eso me reportaría un aliciente más. Además, ese bilingüismo pacífico y militante de la obra (que no de los personajes, ellos sólo hablan una lengua) tiene mucho que ver conmigo y mi pasado, y es fantástico ver en escena esa cohabitación de tú a tú, sin trabas ni rencores, sin prejuicios de ningún tipo, cada personaje usando su lengua materna con el único fin de expresarse lo mejor posible. Sin mensaje político ni ofensas mutuas...
Ayer descubrí algunas cosas. Que con concentración, la cosa es posible. Que lo más complicado de la doble lengua no es tanto recordar el texto en catalán y castellano como colocar el aparato fonador de una manera u otra en función de cada idioma. Y la dicción: no mezclarla.
Aparte de eso la función discurrió plácida en el aspecto del lenguaje, y me resultó casi cotidiano el cambio constante; tan cotidiano como cuando comemos en casa y hablamos catalán o castellano en función del niño con el que estamos hablando (Lola catalán, Samuel castellano...)
Me quedaba la duda de la Muerte. ¿En qué idioma le hablaría a Don Juan? Supongo que la Muerte le hablará a cada uno en su idioma: ese acto íntimo y único de la despedida (o el encuentro, según se mire) debe desarrollarse en el idioma del protagonista. Pero en este caso, y tratándose de unos versos escritos originalmente en catalán, me parecía una traición presentarlos en su versión traducida... Después de darle unas vueltas, llegué a la conclusión de usar el catalán, pero lanzando una frase en castellano: "dónde, dime, la escondías...?" Creo que de esta manera, soy justo con todos, empezando por mí.

Por otro lado, hubo tres detallitos que marcaron un poco la función: el primero que durante el montaje me robaron en el coche y se me llevaron la cartera. Así que perdí casi dos horas haciendo la denuncia etc... La segunda, que estrené incensario y incienso. El auténtico, el que yo buscaba... Ése que cuando lo hueles te transportas inmediatamente a una iglesia betusta y fría, llena de santos y vidrieras de colorines... El público destacó el factor olfativo como una ayuda grande para viajar al lugar de la acción. El tercer detalle fue que el tul no cayó... Tiré del hilo pero el nudo se deshizo y nos quedamos sin cortina. Así que tuve que hacer la escena sólo con las voces en off, tirando a fondo de recursos interpretativos e intentando sacarle al bicho hasta el último matiz, tratando de que la cosa no decayera demasiado. Luego la gente me decía que ellos no echaron en falta nada. Yo sí lo hice.

En fin, otra meta cumplida. Ahora a empezar a trabajar la versión francesa, a ver si conseguimos estrenarla en otoño 2010.
Hoy descansaré muy a gusto...

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